Historia del activismo LGTBI español a través del Orgullo de Madrid (I)
En 1978, tuvo lugar la primera manifestación del Orgullo de Madrid. Desde entonces, según los años, su poder de convocatoria ha vivido altibajos. Además, no siempre ha podido tener lugar, bien por prohibición o, como este 2020, por la pandemia del coronavirus.
Debido a la cancelación de este año, viajamos de 1978 a la actualidad, al mismo tiempo que repasamos los desafíos a los que se enfrentó el activismo y colectivo LGTBIQ durante los años 70, 80 y 90.
Frente de Liberación Homosexual de Castilla y el primer Orgullo de Madrid
Movimiento Español de Liberación Homosexual, la asociación pionera
Las primeras asociaciones LGTBI españolas eran de ideología marxista (introducida por Amanda Klein, primera activista lesbiana conocida, que también militaba en el Partido Comunista Español).
Por eso, muchas de ellas, se llamaban frentes. Abrió la veda el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), que en 1975 reactivó lo que había sido el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH, 1970).
Nace la COFLHEE, antecedente histórico de FELGTB
En 1977, además de tener lugar el primer Orgullo de España (el de Barcelona), quedaba constituida la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFLHEE), compuesta por:
- Euskal Herriko Gay Askapen Mugimendua (EHGAM), de Bilbao y mismo año
- FAGC
- Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FAHR), de Madrid y mismo año
Entra en escena el Frente de Liberación Homosexual de Castilla
De cara al primer Orgullo de Madrid, surge el Frente de Liberación Homosexual de Castilla (FLHOC), resultado de la unión del FAHR, el Movimiento Democrático de Homosexuales (1977) y la organización Mercurio para la liberación homosexual (1977).
¿Por qué se hablaba de Castilla en un frente madrileño? Muy sencillo: en 1977, la Comunidad de Madrid ni existía ni se demandaba ni se esperaba. Madrid formaba parte de Castilla la Nueva.
La unión hizo la visibilidad
Tanto el FLHOC como el EHGAM, ESAM (otra asociación vasca, en este caso, compuesta por lesbianas feministas), el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR, 1977) y el FAGC coincidieron en que, para lograr mayor visibilidad, las manifestaciones del Orgullo de 1978 debían celebrarse en diferentes ciudades de España y el mismo día: el 25 de junio.
Así, unas 2.000 personas marcharon por el centro de Barcelona (la manifestación no fue autorizada), en torno a 600 por Bilbao, un número indeterminado por Sevilla (la protesta fue apoyada por el PSOE y el PCE) y una cifra estimada entre las 7.000 y 10.000 desde la madrileña Torre de Valencia hasta la Plaza de Mariano de Cavia.
Como es obvio, el más multitudinario fue el Orgullo de Madrid, en el que se rindió homenaje a Esmeralda “la Francesa”, mujer transexual que, harta del acoso sufrido en la cárcel de Carabanchel, se suicidó desde la tercera planta de la misma en 1974.
El Frente de Liberación Homosexual de Castilla tras el primer Orgullo de Madrid
Durante las primeras marchas del Orgullo LGTBI en España, las demandas de las asociaciones se centraban en su propia legalización (el FAGC lo consiguió en 1980), que se pusiera fin a las redadas contra las personas del colectivo y que las amnistías alcanzasen a quienes cumplían condena por la Ley de Peligrosidad Social (se les denominaba presos sociales).
Cuando el gobierno de Adolfo Suárez (UCD) eliminó la palabra homosexualidad de la ley franquista (sustituía a la de Vagos y Maleantes), ser gay, lesbiana, mujer trans (la dictadura las consideraba homosexuales) y bisexual, en principio, quedaba despenalizado en España (1979).
A partir de entonces y, sobre todo en Madrid, el activismo se redujo a la mínima expresión y las discotecas de ambiente se llenaron de homosexuales (hombres, en su mayoría), que llevaban toda la vida anhelando libertad.
Como consecuencia, el Frente de Liberación Homosexual de Castilla desapareció en 1981 y se generó un vacío activista en la capital…, sobre todo, de corte revolucionario, que tuvo que esperar hasta el nacimiento de COGAM (1986) para reactivarse.
Desde el primer Orgullo de Madrid, ¿cuántos cambios de recorrido ha habido?
- 1979: la manifestación no fue autorizada, así que solo hubo un mitin en la Casa de Campo, que intentaron reventar grupos fascistas (25 de junio)
- 1980: tuvo lugar en el paseo del Pintor Rosales y acudieron 600 personas, que soportaron insultos durante la marcha (30 de junio)
- 1981: se celebró en Vallecas y aglutinó a 1.000 manifestantes (26 de junio)
- 1982: también en Vallecas (eje Puente de Vallecas-avenida de la Albufera-Portazgo), fueron unas 300 personas, que se enfrentaron a la policía porque quería alterar el recorrido (25 de junio)
Década de los 80: desmovilización social y nacimiento de Chueca
Como evidencian las cifras de asistencia en 1980, 1981 y 1982, la fuerza del primer Orgullo de Madrid se desinfló muy pronto. El motivo no fue otro que la despenalización de la homosexualidad en España (1979).
Este acontecimiento supuso que dejase de figurar en la Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social (1970), aunque el resto siguió vigente hasta 1995. Todo un logro para el activismo LGTBI español, provocó la sensación de que las reivindicaciones ya no eran necesarias y, por tanto, la militancia (sobre todo, masculina) se redujo considerablemente.
De hecho, ha sido imposible encontrar el número de manifestantes y recorrido del Orgullo de Madrid en 1983, 1984, 1985, 1986, 1987 y 1989… más allá de generalidades del tipo “de la plaza de Santo Domingo hasta Sol” o que iban pocas personas.
Solo se conocen los del año 1988, cuando unas 100 personas recorrieron el espacio entre Callao y la Puerta del Sol por Preciados (28 de junio).
La discriminación y persecución más allá de la Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social
Tras la eliminación de “los actos de homosexualidad” en la citada ley, aún quedaba mucho por conseguir.
Para empezar, acabar con que la homosexualidad se considerase delito “contra el honor” en el ejército (se logró en 1986), conseguir la legalización de los colectivos, el fin de las redadas en los locales de ambiente o abolir la figura penal del escándalo público.
Sobre esta última, recogida en el artículo 431 del Código Penal, la ambigüedad de la que hacía gala jugó en contra de cientos de personas del colectivo, también durante los 80. Finalmente, quedó derogada en 1989.
En paralelo, Chueca resucita
Aunque lo conozcamos como barrio de Chueca, la plaza del mismo nombre y sus alrededores pertenecen al de Justicia, parte del distrito Centro.
Todo el área actual fue una de tantas de Madrid consideradas castizas hasta que, en la década de 1970, sufrió una fuerte degradación al convertirse en un foco de prostitución y drogadicción.
En consecuencia y pese a su céntrica ubicación, los precios eran muy bajos y esto facilitó que diferentes emprendedores del colectivo LGTBI abrieran sus negocios en torno a la plaza de Chueca, durante los 80 y 90.
Además, su mérito no solo reside en lanzarse a una aventura empresarial en un entorno delictivo, sino en su abolición del llamado síndrome de Cenicienta, es decir, nada de meterse en el armario durante el día. En esto último, fue pionera la librería Berkana.
También, crearon comunidad y su labor fue determinante para la revitalización de un barrio que, a día de hoy, es de los más caros de Madrid.
Feminismo lesbiano, transmisoginia y resurgimiento de las asociaciones a raíz de la crisis del SIDA
Otras razones que explican la marcada caída en la afluencia a las manifestaciones del Orgullo de Madrid (también al de Barcelona, aunque en los 80 mantuvo mejores cifras que las de la capital) tiene que ver con el rechazo a las mujeres trans y la integración de los colectivos lésbicos en organizaciones feministas.
Dentro de esa última tendencia, se crearon organizaciones lésbico-feministas, como el Colectivo de Feministas Lesbianas de Madrid (CFLM, 1981, co-fundado por Empar Pineda), cuyo objetivo fundamental era la visibilidad lésbica.
En estos movimientos, sentían que tenían voz y denunciaban la misoginia y el sexismo vividos en los frentes de liberación homosexual. Eran la minoría de la minoría, como comenta María Giralt en Nosotrxs Somos.
Lo mismo ocurrió, en general, a nivel internacional, pero en los 90 se produjo una reconciliación entre la lucha gay y lésbica al hacerse evidente que lograr la no discriminación de las lesbianas pasaba por “la especificidad de la cuestión de la identidad sexual”.
Arantxa Serrano, Esther Olassolo y el beso que acabó con la figura del escándalo público
Decíamos más arriba que la figura del escándalo público fue derogada en 1989, pero no cuáles fueron los casos que precipitaron su desaparición:
1 – La detención de Arantxa Serrano y Esther Olassolo el 23 de febrero de 1986
Militantes de Mujeres Internacionalistas, su delito fue besarse frente a la Casa de Correos (sede de la Dirección General de Seguridad durante el franquismo), en la Puerta del Sol.
Además de detenerlas, se les privó de libertad y derecho de defensa durante 2 días. Asimismo, fueron víctimas de maltrato policial, que incluyó un registro vaginal: “una especie de violación”, como recuerda Serrano.
Denunciaron a la policía y, 3 años después, ganaron el juicio. Antes de que los policías fueran condenados, el 23 de febrero de 1987, el Colectivo de Feministas Lesbianas convocó una besada en la Puerta del Sol. Desde entonces y hasta, por lo menos 1996, todas las manifestaciones del Orgullo de Madrid y otras ciudades de España concluían con una besada.
2 – Montserrat Gallart y la sospecha de lesbianismo que casi le arrebata la custodia de su hija (1987)
En julio de 1987, el juez José Luis Sánchez Díaz dictaminó en un auto de medidas provisionales que la custodia de Marta Aranega pasara a su padre, quien había denunciado a Gallart por lesbianismo.
No fue el único caso, pero sí el más mediático
Como les ocurrió a Arantxa Serrano y Esther Olassolo, finalmente, la justicia dio la razón a Gallart y, de hecho, Juan Echeverría (fiscal del Tribunal Tutelar de Menores) declaró a El País que “un supuesto lesbianismo de Montserrat no tiene por qué incidir en un correcto ejercicio de la patria potestad”.
3 – Lesbiana, que no te discriminen
En 1989, ante la evidencia de que las mujeres lesbianas eran víctimas de una violencia específica por su orientación sexual y en el marco de la exigencia de una Ley Antidiscriminatoria por parte de COFLHEE, se crea la Plataforma Antidiscriminatoria de los Grupos de Feministas Lesbianas de la COFEE.
Su lema era “Lesbiana, que no te discriminen” y fue la última campaña de peso de las Feministas Lesbianas. A partir de entonces, empezó una paulatina reivindicación de derechos e integración en el activismo que demandaba una Ley de parejas de hecho.
Mili Hernández García
Unos años antes, en 1986, Mili Hernández García abrió la puerta a la reintegración de las lesbianas en el activismo del colectivo gay al convertirse en la primera mujer en unirse a COGAM. Además, también fue la creadora del grupo de mujeres en la asociación.
Más sobre el movimiento lésbico español en los 80
Para el franquismo, las lesbianas no existían porque su mentalidad machista no concebía que las mujeres tuvieran sexualidad y, mucho menos, que existiera ajena a los hombres y que implicara deseo hacia otras mujeres.
Esto no significa que no hubiera persecución porque, en general, las familias las denunciaban y se tiene constancia de que acababan en conventos y, sobre todo, centros psiquiátricos.
Además, aunque todavía falta mucha investigación al respecto en España, algunas fueron a la cárcel (como María C. D.). Otras, por su parte, huían de sus familias y localidades de origen.
Dentro del FAGC, María Giralt fundó en 1977 el primer grupo de lesbianas en una organización gay de España. Duró solo unos 10 meses porque era difícil luchar contra la misoginia inherente a los hombres gais.
Así que, a continuación, se organizan dentro de la coordinadora estatal de organizaciones feministas radicales o en colectivos de lesbianas feministas, como hemos visto antes.
En el primer Orgullo de Madrid, como en el análogo de Barcelona, marcharon lesbianas, pero la mayoría no se quedaron en el Frente de Castilla por la misoginia.
Después de unos años, en 1981, Gretel Ammann aparece en el programa L’habitació del fons y se convierte, junto a Carmen Suárez, en la primera lesbiana visible en la televisión española.
Durante toda la década, conviven 4 tipos de feminismos radicales ligados a la realidad lésbica:
- Lesbianismo feminista, que aunaba feminismo y las cuestiones lésbicas
- Feminismo lesbiano, que anteponía el feminismo y dejaba a un lado la lucha de reivindicaciones lésbicas
- Lesbianismo radical (no permite injerencias de ideologías de lesbianas que también militan en partidos políticos con hombres)
- Lesbianismo separatista (ser totalmente autónomas, sin contar con los hombres… hasta donde sea posible)
Junto a sus compañeras heterosexuales, luchan para legalizar los anticonceptivos (1978), el divorcio (1981), despenalizar el aborto (1983) y están ahí cuando el feminismo empieza a abordar la violencia de género.
Sin embargo, en las luchas más específicas de lesbianas no estaban todas las feministas, como recuerda la activista y antropóloga Bárbara Ramajo. Además, Mili Hernández García afirma que muchas mujeres lesbianas tiraron del movimiento feminista, pero tuvieron que hacerlo dentro del armario.
Entonces, a finales de los 80, los colectivos lésbicos empiezan a reflexionar sobre cuáles son sus demandas como lesbianas.
Las mujeres trans, discriminadas dentro y fuera del colectivo
Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social y primeros años post-franquismo
Hasta 1983, ser mujer trans en España significaba, según recuerda Carla Antonelli, “vivir con un pie en la ilegalidad” porque estaban a merced de que, en cualquier momento, los grises y luego la policía las detuvieran y/o pegaran una paliza en comisaría.
Para los hombres trans la situación era (y es) totalmente diferente. De hecho, Mané Fernández deja en el capítulo Naranja de Nosotrxs Somos unas frases muy significativas: “pasamos desapercibidos a nivel social. Nos convertimos en hombres y no se nos piden explicaciones. En cambio, a ellas sí, siempre”.
Entonces, en los 70 y 80, la visibilidad trans y las reivindicaciones son solo llevadas a cabo por mujeres trans, “las cabreadas”, en palabras de Silvia Reyes. Muchas de ellas vivieron la ley sobre peligrosidad y rehabilitación social en sus propias carnes al ser encarceladas por una dictadura que no distinguía orientación sexual de identidad de género.
Como consecuencia, también se les aplicaron terapias de conversión porque el franquismo las leía como homosexuales extra-feminizados.
A la transfobia institucional y de la sociedad había que sumar también la de gais. De hecho, Mar Cambrollé tiene grabadas en la memoria estas palabras transmisóginas de unos gais, tras la manifestación del primer Orgullo de Barcelona, que resumían el sentir dominante: “qué mala imagen nos dan esos maricones con tetas”.
Y es que, en aquella época, les decían que su lucha solo estaba en el feminismo.
Ilegalidad de las operaciones de reasignación sexual
En 1983, se deroga la ley que ilegalizaba las operaciones de reasignación sexual. Antes, eran delito, lo que las condenaba a la clandestinidad y, por tanto, a una ausencia total de garantías y derechos. Si, por ejemplo, las operaciones no se realizaban de forma adecuada, las mujeres trans no podían denunciar.
Otras optaban por recurrir a carísimas operaciones en el extranjero (Casablanca, Francia o Reino Unido) y, de ellas, muchísimas se quedaban en el camino.
Además, como en el caso de la comunidad LGTBI en general, la eliminación de la homosexualidad de la ley de peligrosidad no supuso el fin de las detenciones policiales sin ton ni son.
En este sentido, en agosto de 1987 y en el contexto de una serie de abusos policiales en el paseo de la Castellana solo para prostitutas trans, nace Transexualia, la primera asociación trans española.
Debido a que si no encontraban trabajo en el mundo del espectáculo se veían abocadas a la prostitución (nadie contrataba a mujeres trans. En la actualidad, la tasa de paro de las personas trans todavía ronda el 80% en España), el SIDA se llevó por delante a toda una generación de mujeres trans.
El colectivo trans en los 70 y 80
- 1978: el FLHOC aprueba un artículo donde incluye a todo el colectivo, que reivindica el “derecho a vestirse y adornarse como se quiera”. Además, se produce una escisión dentro del FAGC (Col·lectius per l’Alliberament Gai), conformada también por travestis y transexuales, que en el Orgullo barcelonés de ese año llevan una pancarta donde se leía “no somos maricones, somos travestis”.
- 1979: nace, en la Ciudad Condal, La Pluma, el primer colectivo solo de transexuales y travestis de España, integrado en el Col·lectius per l’Alliberament Gai. Sin embargo, al filo de 1980, el FAGC declara (mediante un comunicado) que “la problemática de los transexuales y travestis les convierte en personas fácilmente manipulables por la prensa”. De esta forma, rechazó la realidad transexual.
- 1980 y 1981: no existen grupos que expresen las demandas de las personas trans como colectivo
- 1982: Raquel Romo se reúne con José María Rodríguez Colorado (gobernador civil de Madrid) y, después, con Rafael Vera (secretario de Estado) para denunciar las detenciones que las personas trans sufrían solo por estar en la calle. Este acoso policial tenía lugar, sobre todo, en Madrid.
- 1983, 1984 y 1985: el constante acoso y redadas de las fuerzas policiales hacia las mujeres trans (por la ley del escándalo público), trabajadoras sexuales y del mundo del espectáculo, crea conciencia de colectivo. En paralelo, Raquel Romo y Mónica Martín envían diferentes escritos a Joaquín Ruiz Jiménez (Defensor del Pueblo) por este acoso diario tan acusado en Madrid, que privaba de libertad a las mujeres trans durante 72 horas.
- 1986: Olvido Martos plantea crear una asociación para trans operadas, requisito desestimado. Con posterioridad, se unieron a la organización prostitutas.
- 1987: se crea, de forma oficial, Transexualia el 17 de agosto. Sus componentes originales (Raquel Romo, Trinidad Losada, Joana Martínez, Mariela Mantegazza, Patricia Odriozola, Mónica Martín, Olvido Martos y Sandra Collado) ya se reunían desde 1986. En esta época, resultó crucial el apoyo prestado por Nino Olmeda (Secretario de las Juventudes Socialistas madrileñas).
Acciones primordiales para Transexualia en los 80
- Derecho a que los tratamientos estuvieran cubiertos por la Sanidad Pública
- Guerra a la discriminación social
- Creación de un espacio de información sobre transexualidad
- Tratar el tema de la prostitución (aunque, pronto, se decidió eliminarlo de la lista por considerarlo un campo muy amplio y más apropiado para colectivos de trabajadoras sexuales)
- Legalizar la prostitución (también se abandonó y por los mismos motivos que el punto anterior)
Los cambios de nombre y género en el DNI
Suecia fue el primer país del mundo en permitir el cambio de nombre y género en el Registro Civil. Sucedió en 1972 y las personas que se acogían a ello estaban obligadas a someterse a una operación de reasignación de sexo y a esterilizarse.
Casi una década después, en 1980, Alemania Occidental y mediante la aprobación de la ley Transsexuellengesetz legaliza el cambio de nombre, pero también lo vincula a requisitos patologizantes: las personas trans necesitaban que 2 psiquiatras les dieran el visto bueno y pasar por la cirugía genital.
Pasados 2 años, Italia deja de considerar ilegal la operación de reasignación sexual y España hace lo propio en 1983. Sin embargo, para el cambio de nombre y género en la documentación, la situación no ha experimentado una gran mejoría en estos casi 40 años.
Caso Antonia Soria Ramírez
En 1981, Antonia Soria Ramírez se sometió a una operación de reasignación de sexo en Casablanca y, poco tiempo después, interpuso una demanda en la Audiencia de Cádiz para cambiar legalmente su nombre y género en el Registro Civil.
Transcurridos 4 años, el juez Alberto Rodríguez falló a su favor, pero la historia no terminó entonces. De hecho, el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Cádiz, Jaime Ollero, recurrió la sentencia.
Ya en 1987, el juez Antonio Roma (Tribunal Supremo) volvió a dar la razón a Soria Ramírez, aunque el lenguaje empleado fue humillante: ficción de hembra.
Así fueron consideradas diferentes mujeres trans para el Tribunal Supremo, desde 1987 a 1991, cuando fallaba a su favor para que, en aplicación del artículo 10 de la Constitución, pudieran cambiar su nombre.
En relación a la discriminación a las personas trans, en 1989, el Parlamento Europeo aprueba la Resolución Contra la Discriminación de las Personas Transexuales. Con ella, apremiaban a los países de la unión a poner en marcha diferentes acciones. Entre ellas, destacaban:
- Inclusión de todo el tratamiento en la Sanidad Pública
- Poner en marcha acciones para mitigar la alta tasa de paro
- Investigar las realidades transexuales
El matrimonio igualitario, una reivindicación a raíz del SIDA
Desde el principio, el estigma y el exilio social estuvieron ligados al SIDA/VIH. “Te lo mereces por pecador”, cáncer rosa, cáncer de gais o castigo de Dios eran reacciones y nombres que recibió el SIDA durante los años 80.
Además, la mayoría de las familias escondían, repudiaban o enviaban lejos a los enfermos de SIDA y, al igual que en Estados Unidos, las funerarias no quisieron hacerse cargo de los cadáveres.
En un primer momento, la reacción del activismo fue creer que el virus se había originado de forma artificial para reprimir la homosexualidad. Después, se optó por no abordarlo al considerarlo un asunto para el Ministerio de Sanidad.
Sin embargo, pronto el activismo se dio cuenta de que la enfermedad, aunque no solo afectaba al colectivo, sí se ligaba y estigmatizaba al mismo. En consecuencia, parte del activismo comenzó a desarrollar actividades vinculadas con la prevención y el acompañamiento de seropositivos (esto provocó que fondos estatales llegaran a las asociaciones).
No hubo muchos casos entre lesbianas, pero el SIDA volvió a activar las alianzas entre gais y lesbianas, como subraya la socióloga, historiadora y activista Gracia Trujillo. Por ejemplo, las asociaciones queer La Radical Gai y LSD unieron fuerzas frente a la enfermedad desde que surgieron.
De hecho, ellas la asumieron como un asunto propio, no tanto porque les afectara en primera persona, sino porque sus amistades gais estaban enfermando y muriendo. Al mismo tiempo, tenían presente que dejar a las lesbianas fuera del colectivo susceptible de infectarse de VIH suponía ignorar y banalizar sus prácticas sexuales.
Respecto a la reivindicación de los derechos de pareja, los acontecimientos que propiciaron estas demandas fueron:
- Cuando en una pareja de homosexuales une moría de SIDA, la persona viva no tenía derechos de herencia
- Familias que siempre habían rechazado a sus parientes homosexuales, reclamaban la herencia y se la quedaban
- A la vuelta de los entierros, muchos hombres se encontraron sus cosas tiradas en la calle y las cerraduras cambiadas (de los pisos que compartían con sus parejas)
- Familias que no dejaban a la pareja acompañar al enfermo en sus últimos días ni despedirse
Los 90, origen del actual Orgullo de Madrid y unión del colectivo LGTBI
El 17 de mayo de 1990, la OMS elimina la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Ese año, 200 personas participaron en la manifestación del Orgullo de Madrid (de la plaza de Santo Domingo a Sol) y los números se mantuvieron bajos en las siguientes convocatorias:
- 1991: de 500 a 1.000 asistentes
- 1992: sin datos sobre asistencia y recorrido del Orgullo de Madrid. Este año, COGAM abandona la COFLHEE y, junto al Comité Reivindicativo y Cultural de Lesbianas (CRECUL), funda la FELGTB (entonces, Federación Estatal de Gais y Lesbianas o FEGL), cuya primera presidencia caería en manos de Armand de Fluviá.
- 1993: ≈500 (de Tirso de Molina a Sol)
- 1994, año en el que los Ayuntamientos abren registros de parejas de hecho, con Vitoria a la cabeza: ≈500 (de Tirso de Molina a Sol)
Mili Hernández García en el Orgullo de Nueva York por el 25º aniversario de Stonewall Inn
En 1994, la celebración del cuarto de siglo del activismo LGTBI contemporáneo pasó sin pena ni gloria, tanto en el Orgullo de Madrid como en el de otras localidades españolas. En cambio, en Nueva York la manifestación del Orgullo fue secundada por 750.000 personas.
Dicha marcha fue convocada a nivel internacional y la librería Berkana organizó un viaje al que acudieron Mili Hernández García, Mar de Griñó y 16 personas más. Ya en el Centro Gay de Nueva York, se encontraron con un cartel con la palabra Spain y la bandera franquista.
Ante ese panorama, por la noche, Hernández García se las ingenió para fabricar una pancarta con la funda de la almohada de su habitación del hotel. Allí escribieron “Gays, lesbianas y transexuales de España”.
Durante la marcha, se encontraron con Jordi Petit, Isabel Castro y diferentes españoles que se les unieron.
Tras esta experiencia, se hizo evidente que concienciar a la sociedad sobre las demandas del colectivo LGTBI y resucitar el Orgullo de Madrid pasaba por replantearlo (la clase política y el país tenían que ver que la comunidad estaba conformada por muchísimas personas).
En consecuencia, Hernández García transmitió a COGAM que la manifestación tenía que celebrarse en sábado porque entre semana la mayoría de la gente no podía.
Además, de Nueva York se trajo la bandera arcoíris. Aunque se encontró con resistencias a emplearla (por ser un símbolo yanqui), ya en el Orgullo de 1995 se utilizó y desterró los triángulos rosas y letras lambda. A partir de este año, el Orgullo de Madrid comienza a crecer:
- 1995: participaron en torno a 2.000 personas y la protesta discurre desde la Puerta de Alcalá hasta Sol (24 de junio, sábado). Asimismo, fue el primer Orgullo de Madrid convocado por todas las siglas visibles del momento (L, G y T).
- 1996: 2.000-3.000 asistentes y aparece la primera carroza (de la revista Shangay)
- 1997: 3.000-4.000 (fue el primer Orgullo de Madrid que contó con mascota)
- 1998: por primera vez desde el Orgullo de Madrid de 1978, la afluencia se sitúa en torno a 10.000 manifestantes. Además, Massiel leyó el manifiesto para reclamar el matrimonio igualitario y fue el año en el que Cataluña hizo historia al aprobar la primera Ley de Parejas autonómica.
- 1999: 30.000 personas y el recorrido sigue siendo de la Puerta de Alcalá a Sol
Visibilidad de hombres trans, asesinatos y creación de las UTIG
Desde el comienzo de los 90, los hombres trans empezaron a unirse a Transexualia. Tanto para la asociación como para la sociedad, resultó sorprendente porque reventó por completo el concepto de transexualidad.
Además, también supuso todo un reto porque las problemáticas de los hombres trans eran muy diferentes a las de las mujeres trans. Por ejemplo, casi no ejercen la prostitución.
Respecto a la cuestión del trabajo sexual, que se había suprimido de los objetivos de los 80, en 1995, surge el Colectivo en Defensa de los Derechos de las Prostitutas Hetaira, en el que se integraron mujeres trans de AET-Transexualia. Sus objetivos, en este tema, eran los mismos que los de la asociación trans:
- Defender los derechos laborales de las prostitutas
- Combatir la explotación sexual y prostitución forzada
Si Mili Hernández García fue la creadora del grupo lésbico de COGAM, en los 90, Ani Gutiérrez, Javier Vela y Adrián López (todes de AET-Transexualia) fundaron el de transexuales.
Por su parte, Carla Antonelli entró al PSOE en 1997. Cuando José Luis Rodríguez Zapatero se convierte en el Secretario General del partido (año 2000), comienzan a crear un programa electoral muy potente, que contenía las leyes del matrimonio igualitario y de identidad de género.
Andalucía, la Comunidad Autónoma pionera para el tratamiento integral
Desde finales de los 80 hasta principios de los 90, comienzan a surgir diversas asociaciones trans en torno a demandas concretas del colectivo. Por ejemplo, aparecen entidades en Cataluña, Andalucía, Navarra, Asturias o Valladolid.
La de Cataluña, el Col·lectiu de Transsexuals de Catalunya (1992-2013) denunciaba que para que les cambiaran el nombre en el Registro Civil era obligatoria la operación genital, que no siempre es aconsejable por salud o que no siempre querían hacérsela (genitales no son identidad de género).
De hecho, en España, no operarse solo estaba contemplado si las personas presentaban la “patología intersexual”. Salvo esta excepción, en general, conseguir el cambio legal llevaba de media 2 años de juicios, la operación genital (no cubierta por la Seguridad Social) y un examen forense donde se calibraba la profundidad de la vagina.
Ya en 1996, todas las entidades trans españolas se agrupan y forman la Federación de Asociaciones de Transexuales del Estado Español (FAT), cuya trayectoria se extendería hasta 2005.
Por último, el año 1999 convirtió a Andalucía en la primera Comunidad Autónoma en avanzar hacia el reconocimiento de los derechos para las personas trans. Gracias a la presión de José Chamizo (Defensor del Pueblo en la región), en octubre, se abre la Unidad de Género de Andalucía.
Como consecuencia, se reconoció el derecho a la asistencia médica y pública en la Comunidad Autónoma. No obstante, de nuevo, las realidades trans continuaban patologizadas porque en las Unidades de trastorno de Identidad de Género (UTIG) diferentes profesionales, basándose en estereotipos, tenían que validar la identidad de género y dar permiso a las personas para ser ellas mismas.
Además, pasar por el proceso de las UTIG, implicaba visibilizarse en el entorno (sin haber comenzado la transición) y, por tanto, entrar en un alto riesgo de sufrir violencia, exclusión social, despidos…
Avances a nivel estatal
La Unidad de Género de Andalucía no se vio respaldada por una legislación nacional, lo que provocó que las CCAA comenzaran a legislar por su cuenta y a abrir otras UTIG (aunque ya a finales de la primera década del siglo XXI).
De vuelta a 1999, el 22 de febrero, Izquierda Unida presenta en el Congreso de los Diputados una Proposición no de Ley por la que se insta al Gobierno de José María Aznar (PP) “a dictar disposiciones legales sobre el derecho de los transexuales a un cambio de sexo”.
Finalmente, el 14 de abril entra en la orden del día con enmiendas del Partido Popular.
Antes de la intervención de Damián Caneda Morales (PP), Inés Sabanés (IU) defiende la proposición no de ley desde un punto de vista muy avanzado para la época: evita patologizar la transexualidad y vincula esta realidad con “el derecho al libre desarrollo de la personalidad y a la no discriminación” y al “derecho positivo a la salud y al bienestar físico y mental de la persona”.
También, vinculó las patologías de las personas trans al rechazo social que sufren, en lugar de a su realidad.
En las antípodas del discurso de Sabanés, Caneda Morales pervierte la realidad y los argumentos de IU en una intervención, plagada de condescendencia, que solo hiere:
Del resto de intervenciones, cabe destacar la de Carlos Caballero Basáñez (PNV), que presentó una sentencia de un Juzgado de Primera Instancia de Vitoria que concedía el cambio de nombre, pero indicaba que no tendría efectos para contraer matrimonio. Por tanto, visibilizó la discriminación jurídica.
¿Qué ocurrió tras las intervenciones?
En la votación de la proposición no de ley, ganó el no. Sin embargo, Sabanés se acogió a la posibilidad de votación por partes. Así, los puntos 1 y 2 quedaron aprobados con sus enmiendas, que, en el caso, de las penas carcelarias significaba solo remitir una circular a Instituciones Penitenciarias para internar a les presos trans en módulos especiales.
Dado que el punto 1 solo pedía “dictar disposiciones legales en el plazo más breve posible” y que el 2 solo suponía enviar una circular (La Veneno, por ejemplo, cumplió sus 3 años de condena en el módulo masculino del Centro Penitenciario Madrid VI), el PP no puso en marcha ninguna medida concreta.
Por eso, el 25 de junio, el PSOE registró en el Senado la Proposición de Ley por el Derecho a la Identidad Sexual. Con ella, se pretendía que las personas transexuales pudieran casarse, adoptar o hacerse cargo de la descendencia de sus parejas si estas morían.
Además, pedía que los cambios de sexo y nombre fueran automáticos en el Registro Civil. Aunque, para ello, la persona tenía que llevar entre 1 y 2 años con diagnóstico de transexualidad (introducía el concepto de las UTIG), contar con una apariencia acorde “al sexo reclamado”, no ser fértil y no haber contraído matrimonio.
Entonces, para Kim Pérez (presidenta de la Federación de Asociaciones de Transexualidad Clínica) la proposición de ley facilitaría encontrar trabajo y garantizaría el cumplimiento de los Derechos Humanos más allá de lo que cada juez particular estimara en sus sentencias, es decir, unificaría los criterios.
Como recoge Transexualia, la proposición quedó pendiente con el cambio de legislatura y en diciembre del 2000 el PSOE la volvió a presentar. En marzo de 2001, se aprobó por unanimidad “tomarla en consideración“.
El asesinato de Sònia Rescalvo Zafra, un punto de inflexión
Antes de la derogación de la figura del escándalo público, muchas de las redadas policiales tenían como objetivo “limpiar” las ciudades de locales de ambiente porque daban mala imagen.
Por ejemplo, ocurrió los meses previos a la celebración del Mundial de Fútbol de 1982.
Una vez prohibida la vía del escándalo público, España contaba con otro instrumento legal para esas limpiezas: la Ley de Peligrosidad. Siguió vigente hasta 1995 y permitió detenciones aleatorias de mujeres trans en Barcelona, cuando se acercaban los Juegos Olímpicos.
En este ambiente de violencia tránsfoba amparada en la legalidad, el 6 de octubre de 1991, una pandilla de neonazis mató a golpes a Sònia Rescalvo Zafra, en el parque de la Ciutadella de Barcelona. Estos grupos, como el franquismo, no distinguían entre homosexuales y trans y se dedicaban a “cazarlos”.
Sònia Rescalvo Zafra dormía al raso junto a Doris Romero y las 2 sufrieron una brutal paliza a base de patadas en la cabeza, propinadas con botas reforzadas de punta de hierro. Mientras agonizaban en el suelo (Romero consiguió sobrevivir), estos fascistas también pegaron a otro indigente, Miguel Pérez Barreiros, que perdió la visión y parte de una oreja.
La prensa cubrió el suceso con la habitual transfobia y refiriéndose a Rescalvo Zafra y Romero por su deadname y describiéndoles como homosexuales. Pese a ello, el asesinato se investigó y marcó un precedente. Hasta entonces, los asesinatos a mujeres trans se cerraban ipso facto al considerarse suicidios o ajustes de cuentas.
Aunque las personas transexuales no eran la prioridad en la lucha del colectivo, el asesinato de Sònia Rescalvo Zafra empezó a unirlo y, en este sentido, el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) actuó como acusación particular en un caso que se convirtió en el primer asesinato considerado de odio por la justicia española.
En 1993, el COFLHEE situó en el quiosco de música donde fue asesinada una placa conmemorativa. Ya en 2011, se erige en el lugar el Monumento en memoria de los gais, lesbianas y trasnsexuales que padecieron represión. Asimismo, en 2013, la zona fue renombrada como Glorieta de la Transsexual Sònia.Respecto a los asesinos, tenían edades comprendidas entre los 16 y 17 años. En 1994, fueron sentenciados a cumplir condenas entre los 23 y 50 años.
Momentos clave de la alianza renovada entre gais y lesbianas en los 90
“Más condones y menos portaaviones” (1993)
El 1 de diciembre, LSD y La Radical Gai protestaron en la Puerta del Sol por la inacción gubernamental (PSOE) frente al SIDA.
Queremos casarnos (1994)
Un poco de contexto
La crisis del SIDA puso de manifiesta que, más allá de legalizar la homosexualidad, gais y lesbianas no tenían ningún derecho. Entonces, el activismo comienza a pedir una ley de parejas de hecho sin mucho éxito.
De hecho, como apunta Ramón Martínez, no se tomó en consideración legislar sobre este tipo de parejas hasta que parejas heterosexuales encontraron problemas para reclamar pensiones de viudedad, por ejemplo.
Uno de los casos más sonados fue el María García, que solicitó la citada pensión tras convivir más de 40 años con su pareja (anarquista) con quien tuvo a sus hijos. El Tribunal Supremo se la denegó en 1987 y, entonces, la sociedad comenzó a descubrir que una normativa sobre parejas de hecho no solo era algo que pedían los homosexuales, sino que podía beneficiar a las personas heterosexuales.
Claudia Roth y su resolución contra la homofobia
En 1994, como hemos dicho al hablar del Orgullo de Madrid ese año, algunos Ayuntamientos crean registros para parejas de hecho, que, en ese momento, se estimaban en unas 150.000 en toda España.
Sí, las parejas de gais y lesbianas estaban incluidas, lo que supuso su primer reconocimiento como familias, algo que subraya el activista Miguel Ángel Sánchez. Tras Vitoria (en marzo), se sumaron otras ciudades y Comunidades Autónomas, que legislaron a falta de una normativa nacional que nunca llegó.
Fuera de nuestras fronteras, ese mismo año, la eurodiputada alemana Claudia Roth (Grupo Verde) logra que el Parlamento Europeo apruebe una resolución para acabar con la discriminación a gais y lesbianas, que contempla el matrimonio igualitario o un instrumento jurídico similar.
De los partidos políticos españoles presentes en la eurocámara, PSOE, IU y Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) votaron a favor. En cambio, el PP, en contra y, en Convergència i Unió (CIU), el voto se dividió.
No era vinculante, pero dio alas el activismo. Así las cosas, en 1995, a Mili Hernández García, que ese año había visto como resurgía el Orgullo de Madrid gracias a su idea, tuvo otra ocurrencia brillante: secuestrar los Registros Civiles de Madrid, algo que ocurrió el 21 de noviembre.
Como había 6 mesas, se presentaron 6 parejas (algunas eran reales, otras no, pero daba igual). Por su puesto, Mili Hernández García y Mar de Griñó fueron juntas. También les acompañó Pedro Zerolo, entonces abogado de COGAM.
Al sentarse, le dijeron al personal que se querían casar y les sacaron los formularios tipo. “Esto también lo tienen que rellenar vuestros novios”. “No, no, estamos juntas y nos queremos casar”. Lo mismo dijeron las otras 5 parejas.
El personal cerró la sala y les 10 activistas levantaron la voz para decir: “queremos casarnos” y “ley de parejas ya”. Cuando ya salieron, Hernández García le contestó a un hombre que ella tenía el mismo derecho que él a casarse.
Ya el 18 de marzo de 1997, en el Congreso de los Diputados, las 2 proposiciones de ley sobre parejas de hecho, que presentaron IU y PSOE (con el apoyo del PNV), no se aprobaron, pero solo por 2 votos y después de otras tantas votaciones con resultado de empate.
Ni estas ni otras que se votaron entre 1996 y 1997 salieron adelante. Tampoco la que propone el PP en noviembre de 1997 que no otorgaba estatus legal a las parejas homosexuales.
“Iberia discrimina a gais y lesbianas” (1994)
El convenio colectivo de la aerolínea Iberia daba el mismo reconocimiento a las parejas no casadas y a las que sí para acceder a billetes gratuitos. En verano de 1993, un trabajador (Juan Tomás García Andrés) le comunicó a la empresa que llevaba 2 años viviendo con su novio y que, por tanto, tenía derecho a esos billetes.
Iberia le dijo que no y Juan Tomás, amparándose en la resolución europea de Cecilia Roth, denunció a la empresa. Sin embargo, el juzgado de lo social de Madrid dio la razón a Iberia porque, según el Código Civil vigente, la convivencia marital solo estaba contemplada para parejas de hombre-mujer.
Ante este agravio comparativo, gais y lesbianas (de Erre Que Te Erre (RQTR), LSD o La Radical Gai) se manifestaron contra la compañía.
Ningún tribunal español falló a su favor y, en consecuencia, García Andrés denunció al país ante la Comisión Europea de Derechos Humanos de Estrasburgo en junio de 1996. Un año después, presentó otra demanda al Comité de Derechos Humanos de la ONU y al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
En esta ocasión, además, agregó que Iberia no le había concedido el permiso de boda-unión pareja de hecho.
Respuesta a la anacrónica y homófoba medida de Sitges (verano de 1996)
El Ayuntamiento de Sitges (CiU y PP) ordenó a la policía identificar y crear fichas a los hombres homosexuales que, por la noche, se encontraban en el paseo marítimo. Se supone que la medida quería reducir la prostitución masculina, pero criminalizaba ser gay y se entendió como un intento para acabar con el turismo gay.
Como respuesta ante la medida, la inacción del Gobierno municipal (tras los intentos de mediación con asociaciones) y la paliza que una manada de neonazis propinó a un camarero del Parrots (un establecimiento de ambiente), gais y lesbianas del FAGC, Col·lectiu Gai de Barcelona, Casal Lambda y el Grup de Lesbianes Feministas se manifestaron por las calles de la localidad (5 de octubre de 1996).
Tal y como recuerda Bárbara Ramajo, la medida del Ayuntamiento causó alarma porque suponía volver a los tiempos del franquismo (se hicieron 220 fichas policiales). Durante la protesta, sintió que retrocedían mucho más, hasta la Edad Media: las personas, tanto en la calle como en los balcones, les insultaron y tiraron huevos.
Vota Rosa o cómo incluir las demandas LGTBI en la política española
Convocar a miles o decenas de miles de personas en las manifestaciones del Orgullo estaba bien, pero no fue suficiente para que los Gobiernos de España y sus diferentes Comunidades Autónomas se tomaran en serio las reivindicaciones del activismo LGTBI.
Por eso, en 1988, la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya (CGL, fundada por Jordi Petit en 1986 como Coordinadora d’Iniciatives Gais) pone en marcha la estrategia Vota Rosa, que invitaba a orientar el voto a partidos políticos comprometidos con las demandas del colectivo.
Vota Rosa no se quedaba ahí, sino que consistía en presentar a los diferentes partidos políticos una lista con propuestas en materia LGTBI. El primer partido que se posicionó sobre estas medidas sugeridas fue el PP de Cataluña. En concreto, Alejo Vidal-Quadras, que en las elecciones de 1988 obtuvo un escaño en el Parlament.
Su postura fue de total y absoluto rechazo y, de esta manera, sin saberlo, obligó a que el resto de partidos se posicionaran. Así, las demandas del colectivo pasaran de la marginalidad a entrar en política.
Sin embargo, aunque otros partido se reunieran con representantes de asociaciones LGTBI, lo cierto es que el compromiso de los primeros no era real: se hacían la foto de rigor, lanzaban una nota de prensa y poco más.
Para remediarlo, el activismo comprendió que no bastaba con convertir la agenda LGTB en un asunto político, sino que el propio movimiento se tenía que introducir en los partidos.
Con ello en mente, diferentes activistas se unieron a sus filas (Carla Antonelli entró en el PSOE en 1997) y, también, FELGTB realiza un llamamiento a activistas de reconocida trayectoria a favor de los Derechos Humanos, que ya formaban parte de partidos, para que activaran la lucha LGTBI en ellos. Por ejemplo, a Marisa Castro (Izquierda Unida).
Así, en 1994, este último creaba su propio grupo para demandar políticas LGTB, el Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual (ALEAS). Pasados 3 años, el PSOE haría lo propio, una iniciativa coherente con su folleto, para las elecciones de 1996, “El voto más positivo para gais y lesbianas”.
Ir a por todas, como forma de conseguir pequeños avances
Aunque el PSOE de los 90 (gobernó hasta 1996) no tenía nada que ver con el de la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2008), su actitud no puede compararse con la del PP, que siempre rechazaba las peticiones del activismo LGTBI.
No obstante, no se consiguió nada estatal. Tampoco de 1996 al 2000, cuando la mayoría simple del PP permitía que se debatieran en el Congreso de los Diputados un amplio abanico de iniciativas.
Por eso, cuando en el 2000 obtuvo la mayoría absoluta, el activismo cambió de estrategia: se reactivó la demanda de una ley estatal de parejas de hecho, pero lo que se transmitía era que se pedía el matrimonio.
La idea consistía en conseguir la legislación sobre parejas de hecho sin que se notara. Dicho de otro modo, el concepto era hacer creer que se quería el matrimonio igualitario (algo que, entonces, parecía imposible en España) y que el tema de las parejas de hecho ya no interesaba para que, precisamente, se legislara sobre “el mal menor”.
Eso sí, centrar todos los esfuerzos en el derecho al matrimonio fue muy criticado por algunas asociaciones LGTB. Por ejemplo, Grupo de Trabajo Queer no entendía por qué la Ley de Identidad de Género no fue peleada al mismo nivel de prioridad.
Entran en juego los movimientos queer
Queer es un insulto que parte del colectivo LGTBIQ estadounidense se re-apropió en los 90. Cuando se emplea como término despectivo, viene a significar invertido, gay afeminado, lesbiana masculina, travelo…
En cambio, para nosotres es una marca lingüística (como llamarnos maricones o tortilleras, entre nosotres), desprovista de la carga hiriente.
De esta manera, funciona para visibilizar a todas aquellas personas que se salen de lo establecido por la norma cisheteropatriarcal, que rechazan la asimilación del modo de vida cisheterosexual como el único válido y que contaban (y cuentan) con una representación nula o ínfima en el Movimiento de Liberación LGTB:
- Gais y lesbianas con pluma, pobres, racializades, con diversidad funcional, de cuerpos no normativos
- Realidades trans (tanto las binarias como no binarias, drag kings, drag queens…)
- Personas bisexuales e intersexuales blancas, racializadas, pobres…
- Realidades trans racializadas…
Aunque, en general, se suele hablar de la teoría queer, en realidad, no existe como tal. Lo que sí tenemos son una serie de estudios queer, acerca de género, orientación sexual o activismo crítico y disidente, que reflexionan sobre todo aquello que el sistema define como no normal.
Los estudios queer sacan los colores al privilegio
Desde el principio, los estudios queer han sido rechazados por un sector del feminismo: el de las TERF (Feministas Radicales Trans-excluyentes) y, en la actualidad, los emplean como arma arrojadiza para justificar y legitimar su transfobia y, por consiguiente, la negación de Derechos Humanos a las personas trans.
Mané: ¿A qué mujeres no queréis que se invisibilice?
Isabel: A las mujeres heterosexuales.Esta señora, Delegada Federal LGTBI del PSOE, NO es capaz de decir “cis” porque “vamos al debate en el que no debemos entrar porque la vamos a liar”. pic.twitter.com/4ZUo4pPrFC
— Gem Muay ? (@GemMuay) June 22, 2020
Según la lógica TERF, las personas trans existen solo por los estudios queer, cuando es obvio que esto no es así.
También, afirman que validan los roles de género machistas, pero, al jugar esta carta, siempre olvidan que, cuando una persona trans no se somete a una operación de reasignación de género, no se hormona o presenta una expresión de género no normativa, las TERF niegan su identidad de género.
Los estudios queer tampoco proponen el tan cacareado borrado de las mujeres y las violencias machistas que sufren, sino que reflexionan sobre el género y la orientación social como construcciones socio-político-culturales del mundo occidental, las mismas que marcan el binarismo como “lo normal” y condenan la diversidad a los márgenes del sistema.
Además, los estudios queer lo que proponen es ampliar el sujeto político del feminismo y, por tanto, incluir a las personas trans y a más mujeres (de cualquier clase social, etnia, formación…). En definitiva, introducir la interseccionalidad.
El activismo queer en la España de los 90
Desde 1982 hasta 1996, el PSOE gobernó España. Aunque se trataba de un partido de ideas progresistas, no gestionó nada bien la crisis del SIDA/VIH y su pasividad dio alas al estigma de ser seropositivo.
Ante la inacción, como ya hemos visto, diferentes asociaciones LGTBI empezaron a prestar asistencia y a crear campañas de prevención. De ellas, 2 formaban parte del activismo queer: La Radical Gai (1993, se escindió de COGAM) y LSD (mismo año, fue impulsado por la activista y escritora lesbiana Fefa Vila).
Tanto La Radical Gai como LSD, centraron sus esfuerzos en lograr la autogestión y aliarse con otros movimientos, ligados a sus preocupaciones (precariedad, feminismo o la negativa a cumplir con el servicio militar obligatorio).
Lavapiés, el barrio contrapoder
Chueca significó y significa mucho en la historia y presente del colectivo LGTBI español, pero no puede negarse que es un símbolo de la gentrificación y del Gaycapitalismo (la mercantilización de la lucha).
Por eso, a partir de 1996, todas aquellas personas del colectivo que el Gaycapitalismo excluye (gais de cuerpos no normativos y el resto de identidades alejadas del hombre cis, blanco, musculado, que viste a la moda…) migraron de Chueca a Lavapiés, conformando un barrio “contrapoder”.
Continuará en la segunda entrega sobre el activismo LGTBI español y su relación con el Orgullo de Madrid.