Semana de la Arquitectura en Madrid (I): siglo XVI al XX
Del 30 de septiembre al 7 de octubre tiene lugar la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid. Debido a ello y como todos los años desde 1994, se abren una serie de edificios al público. Al celebrarse, sobre todo, entre semana, se hace complicado visitarlos todos. Por eso, entre esta primera parte y la segunda, os mostramos los 65 inmuebles escogidos para la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid.
Barroco, Neoclásico, Art Decó, Art Nouveau, Ecléctico Monumental o Brutalismo son algunos de los estilos arquitectónicos en los que se enmarcan las siguientes construcciones madrileñas. Aunque la mayoría se sitúan en la capital, la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid, también ha seleccionado edificios en Torrelodones y Boadilla del Monte (los veremos en la segunda parte).
49 de los 63 edificios de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid
Siglo XVI
Palacio del Senado
Construido entre 1581 y 1601, como colegio regentado por la orden religiosa de San Agustín, del aspecto original que le brindó Francisco de Mora solo quedan retazos de la estructura, así como algún que otro sillar o muro de aparejo toledano.
Además de institución educativa, el actual Palacio del Senado era convento y disponía de una iglesia. Justo en su ubicación se levanta el Salón de Sesiones.
Fernado VII y el Palacio del Senado: una historia de idas y venidas
En 1814, concretamente, el 2 de mayo, se esperaba que Fernando VII firmase en el Palacio del Senado la Constitución Española de 1812. Para adaptar el convento a su nueva función, Antonio Prat mantuvo el perímetro de la iglesia, pero su proyecto acabó con sus bóvedas y capillas. De esta manera, le dio forma ovalada.
Sin embargo, Fernando VII ni firmó la Constitución ni la acató. De hecho, la abolió y hasta 1820 trajo de vuelta el Absolutismo a España. Durante este sexenio, el edificio recuperó su función inicial y, también, gracias al trabajo de Isidro Velázquez González, se le añadieron 2 nuevos campanarios.
El caso es que en 1820 Fernando VII, tras una serie de sublevaciones, tuvo que jurar la Constitución. Como consecuencia, el convento volvía a ser Palacio del Senado y, para ello, Velázquez González se encargó de derruir su proyecto anterior.
Un trienio después y durante la Década Ominosa, la Monarquía volvería a ser absolutista y, con ella, el Palacio del Senado, un convento. Eso sí, en estos años, la fachada de Velázquez González se mantuvo casi intacta:
Las fachadas durante el reinado de Isabel II
De 1844 a 1850, Aníbal Álvarez Bouquel respetó, en cierto modo, los planes de Velázquez González. Como consecuencia, ideó una fachada de composición tripartita, revestida de piedra caliza blanca (hoy desaparecida):
Cambios durante la Restauración Borbónica (1874-1931)
A comienzos de la década de los 80, Emilio Rodríguez Ayuso diseñó diversas intervenciones arquitectónicas de altura para el interior del Palacio del Senado. Suya es, por ejemplo, la biblioteca actual, de gótico inglés. También, quiso cambiar la fachada, pero su proyecto no consiguió la aprobación de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Pese a no estar 100% confirmado, se le atribuye a Agustín Ortiz de Villajos la fachada que tuvo el Senado desde finales del siglo XIX hasta la Posguerra (1939-1959):
La Arquitectura Franquista Imperial se hace con el Palacio del Senado
Tras una serie de reformas y reparaciones del Palacio del Senado (desde 1939 a 1943), a comienzos de los 50, Manuel Ambrós Escanellas le dio a la fachada el aspecto actual, que no es otro que una recuperación de la arquitectura herreriana de El Escorial, así como del barroco de la Plaza Mayor de Madrid y, en menor medida, de un neoclásico-herreriano.
Así, se da la paradoja de que la sede del Senado cuenta con un diseño vinculado con la arquitectura fascista imperial del franquismo. Tanto en estas obras como en las de 1969 (cuando se añadió una nueva planta), en lugar de piedra caliza, lo que se emplearon fueron aplacados de piedra artificial (mucho más barata y de un aspecto prácticamente igual al de la natural).
Desde 1988 hasta 1991, se llevó a cabo la última modificación del Palacio del Senado, la ampliación diseñada por Salvador Gayarre Ruiz de Galarreta.
Siglo XVII
Palacio de Santa Cruz
Esta es otra de las obras que sirvió de inspiración para la Arquitectura Imperial de Posguerra, gracias a los chapiteles de pizarra que rematan las torres, la portada de piedra vista y el ladrillo rodeado por piedra (suele ser granito).
Obra de Juan Gómez de Mora, se levantó entre 1629 y 1636 y ostenta, desde 1996, el título de Bien de Interés Cultural (BIC a partir de ahora).
A lo largo de su historia, el Palacio de Santa Cruz ha tenido diversos usos. Se concibió como Cárcel de Corte y Sala de Alcaldes de Casa, pero también ha sido la sede del Ministerio de Ultramar (1885-1898), Ministerio de Estado (1901-1938) y Ministerio de Asuntos Exteriores (1938-actualidad).
En contra de lo que se suele creer, la ampliación del Palacio de Santa Cruz, llevada a cabo por Pedro Muguruza Otaño en 1941, ya había sido planeada en 1935. Fue entonces cuando se iniciaron los trámites para expropiar y demoler una serie de viviendas levantadas en 1850 por Antonio Fernández Casariego.
Muguruza Otaño proyectó un edificio casi clónico respecto al Palacio de Santa Cruz, que se une con el original por el pasadizo de los Suspiros. Por tanto, de las 4 torres del Ministerio de Asuntos Exteriores, solo las que dan a la fachada de la plaza de la Provincia son del siglo XVII.
Esta ampliación, aunque cumple con los postulados de la Arquitectura Franquista Imperial, no puede incluirse en ella, dado que es, más bien, una obra respetuosa con el proyecto de Juan Gómez de Mora:
Salón de Reinos
Felipe IV (1605-1665) solía pasear por los terrenos ajardinados que se situaban a pocos metros de la actual iglesia de Los Jerónimos. Aunque ahora toda esa zona forme parte del centro de Madrid, para las distancias del siglo XVII, estaba lo suficientemente lejos del desaparecido Real Alcázar (sobre sus cenizas se levanta el Palacio Real) para que Felipe IV durmiera, en multitud de ocasiones, en unos edificios próximos a la citada iglesia (entonces, era un monasterio).
Recibían el nombre de Cuarto Real y, gracias a la visión del Conde-Duque de Olivares (a quien pertenecían los terrenos de paseo), fueron creciendo hasta dar lugar al Palacio del Buen Retiro.
Construido entre 1630 y 1640, no es el resultado de un proyecto único, sino de la inevitable conexión entre todos los inmuebles de la zona hasta constituir el enorme complejo palaciego que Jusepe Leonardo pintó en 1637:
Fue residencia de verano hasta que Felipe V (Casa Borbón) se convierte en rey de España. La inmensidad del Palacio del Retiro y sus jardines lo convertían en la versión madrileña de Versalles, por lo que resultaba de mucho más agrado para el monarca que la sobriedad del Alcázar.
Durante su reinado se plantearon diferentes reformas del exterior del palacio (para hacerlo más versallesco) o, directamente, la construcción de uno nuevo, pero jamás se realizaron. De hecho, lo único que cambió del edificio fue la decoración de algunas estancias.
Al llegar al trono Carlos III (mejor alcalde de Madrid y tercer dirigente Borbón en España) en 1759, el Palacio del Buen Retiro fue cayendo en decadencia, dado que no era del gusto del monarca y, por consiguiente, casi no lo habitó.
Gravemente dañado en la Guerra de la Independencia, tras el estudio de Isidro Velázquez González, de 1816 a 1819, se derruyó lo que quedaba del palacio, a excepción del Salón de Reinos, el Casón del Buen Retiro y la Plaza Grande (el patio de mayor tamaño del conjunto).
Esta última zona continuó degradándose hasta que Isabel II la vendió al Estado. En 1869, pasados 4 años de la venta, se derruyó la Plaza Grande y se rehabilitaron y modificaron el Salón y el Casón. De hecho, su transformación fue tan importante que su aspecto actual nada tiene que ver con el original.
Plan para recuperar parte del Salón de Reinos original
En 2016, Norman Foster y Carlos Rubio ganaron el concurso para reabrir el Salón de Reinos como una anexo más del Museo del Prado. La intención de la reforma de Foster y Rubio es la de llevar el edificio al siglo XXI, al mismo tiempo que se recupera una de las fachadas originales.
Según su proyecto, en unos años, la fachada trasera (la que da a la calle de Méndez Núñez) perderá su Alhambrismo y quedará así:
Siglo XVIII
Real Academia de Ingeniería. Antiguo Palacio de Villafranca
Al igual que el Palacio del Buen Retiro, el de Villafranca se levantó conforme la parcela en la que se encuentra crecía. Esta situación provocó que su edificación se dilatara 17 años, hasta que se finalizó en 1734.
Obra de Francisco Ruiz, se mantuvo prácticamente intacto hasta que en el siglo XIX Arturo Mélida (artista multidisciplinar que dominaba la escultura, arquitectura y la pintura), por orden del matrimonio Velle-Pinohermoso, le proporcionó la decoración ecléctica que aún conserva.
Esta restauración fue tan costosa que la familia Velle-Pinohermoso tuvo que vender parte de la propiedad. De hecho, el actual colegio Sagrado Corazón (en el número 14 de la calle Don Pedro) se levantó en lo que, en el pasado, fue un ala del palacio.
Además, lo que ahora conocemos como Real Academia de Ingeniería también dejó de ser del matrimonio y su interior fue reestructurado para albergar viviendas por pisos.
Durante el siglo XX, la titularidad del antiguo Palacio de Villafranca estuvo en manos del restaurante Puerta de Moros y de la Agencia Estatal del Aceite de Oliva.
A partir de 2003, está en poder de la Real Academia de Ingeniería, que corrió con los gastos de rehabilitación del palacio (2007-2009). Gracias a ello, se recuperaron multitud de estancias, así como detalles artísticos que volvieron a su emplazamiento original.
Palacio Bauer (Escuela Superior de Canto)
De estilo barroco, el gran atractivo de este otro palacio de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid reside en su interior. Levantado en algún momento de las primeras 6 décadas del siglo XVIII, cambió de titularidad en repetidas ocasiones hasta que fue adquirido por Ignacio Bauer (perteneciente a la familia judeoespañola Bauer, dedicada a la banca).
Sin duda, de todas las estancias interiores, las más destacadas son el Saloncito Bauer (obra de Mariano Benlliure y actual salón de actos) y la escalera principal.
A partir de 1940 es propiedad del Ministerio de Educación y, desde 1972, Monumento Histórico Artístico. Un año después, se convirtió en la sede de la Escuela Superior de Canto.
Palacio de Buenavista
Terminado en 1777 sobre el emplazamiento de otro palacio anterior (siglo XVI) del que tomó el nombre, fue mandado construir por María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo (13ª duquesa de Alba).
Para el diseño, Juan Pedro Arnal fusionó elementos propios de la arquitectura italiana y francesa de la época. Además, aunque se crea lo contrario, sitúo la fachada principal hacia el norte (calle Prim).
Antes de pertenecer a la Casa de Alba, la parcela fue de Gaspar de Quiroga y Vela (arzobispe de Toledo), que se la regaló a Felipe II, cuando nombró Madrid como capital del Imperio Español (1561).
En 1807, expropiación mediante, el Ayuntamiento de Madrid se la entrega a Godoy, que jamás residió en el palacio. Tras caer en desgracia (1808), la propiedad volvió a las manos de la Monarquía.
Desde 1816, después de 3 años en los que fue, por orden de José Bonaparte, museo de pintura, pertenece al Ejército.
Palacio del Marqués de Grimaldi o Palacio de Godoy (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales)
Pegado al Senado, este palacio que se visita en la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid se inauguró en 1782. Firmado por Francesco Sabatini, como indica su nombre, fue construido para el Marqués Jerónimo Grimaldi, secretario del monarca Carlos III, quien lo encargó.
Sin embargo, Grimaldi no llegó a estrenarlo, dado que dejó la secretaría del Estado en 1775, después de fracasar en el intento de tomar la ciudad de Argel. Así, el honor de estrenar la propiedad recayó sobre José Moñino y Redondo, I conde de Floridablanca.
Una década después, pasó a manos de Godoy, que lo perdió por el motín de Aranjuez (1808). Después de ser residencia fugad de militares franceses, quedó deshabitado, lo que facilitó que parte de su patrimonio pictórico fuera víctima de robos.
Ya en 1931, se demolió la tercera parte del palacio. En concreto, las dependencias de Godoy y, en los 3 primeros años de la década de los 40, se le proporcionó la fachada actual a la calle Bailén, muy respetuosa con el diseño barroco y neoclásico de Sabatini.
Por último, después de ser el Museo del Pueblo Español (1971-1973) y, desde mediados de los 70, su interior lo ocupa el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Real basílica de San Francisco el Grande
Dentro del mundo cristiano, la cúpula de esta basílica es la cuarta de mayor diámetro (33 metros). De hecho, solo es superada por la de la catedral de Florencia (42 metros), la de la Basílica de San Pedro (El Vaticano y 42,50 metros) y la del Panteón de Roma (43,40 metros).
En el diseño del templo participaron:
- Francisco Cabezas y José de Hermosilla (planta circular y cúpula)
- Antonio Pló (también de la cúpula, sustituyó a Cabezas y Hermosilla, cuyo proyecto resultó deficiente a nivel técnico)
- Francesco Sabatini (artífice de la portada neoclásica y los 2 torreones)
Desde siempre propiedad de la Orden Franciscana (antes de la basílica actual ya existía un convento, derruido para levantar San Francisco el Grande), durante la invasión francesa, se planteó desacralizar el edificio y convertirlo en la sede de Las Cortes. El planteamiento no prosperó, pero aún así, el templo cambió de uso y se convirtió en hospital (1812).
Recuperada su función original tras lograr la independencia, la desamortización de Mendizábal (1836) arrebató la propiedad a la orden y se convirtió en patrimonio del Estado. Aunque no se llevase a cabo, en 1837, surgen las primeras propuestas para que la basílica se transformara en el Panteón Nacional, el lugar donde descansaran los retos de figuras destacadas de la historia española no pertenecientes a la Familia Real.
Más de 30 años después de aquello, en 1869, comenzó a funcionar como Panteón Nacional, pero solo hasta 1874, cuando los cuerpos de Calderón de la Barca, Ventura Rodríguez y otres personajes fueron llevados a sus sepulturas originales.
De una década más tarde es la rehabilitación interior, en la que intervinieron grandes artistas del momento, como Carlos Luis de Ribera y Fieve (pinturas), Jerónimo Suñol (escultura) o Francisco Molinelli (detalles ornamentales). Gracias a su labor, se restauraron multitud de pinturas y frescos barrocos de Goya, Zurbarán o Alonso Cano.
Palacio de Viana
Justo frente a la parte moderna del Palacio de Santa Cruz, se erige la que es la vivienda oficial de les Ministres de Asuntos Exteriores desde 1939. En su origen (siglo XV-XVI), presentaba arquitectura plateresca y recibía el nombre de Casa-Palacio de los Ramírez, primero, y Casa-Palacio de los Ramírez de Saavedra, después.
El aspecto actual es el resultado de las profundas reformas realizadas en la última década del siglo XVIII, que transformaron el plateresco en neoclásico, y en 1843, cuando Francisco Javier Mariátegui y Tellería le sumó una planta y tiró la torre que poseía.
Siempre en manos de la familia Saavedra (hasta que en 1955 lo compra el Estado), su nombre se debe a que Teobaldo de Saavedra y Cueto recibió el título de Marqués de Viana en 1875 (reinado de Alfonso XII).
Aunque no forme parte del catálogo de edificios de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid, dada su cercanía al Palacio de Viana y al de Santa Cruz, merece la pena pasarse por la Imprenta Municipal de Madrid (calle de Concepción Jerónima, 5).
Se trata de una obra de Art Decó Zigzag Moderne, diseñada por Francisco Javier Ferrero (de la Oficina Técnica Municipal), que presenta influencias de la Bauhaus (Bauhaus versus Art Decó en este artículo).
Inaugurada en 1933, en la actualidad, la Imprenta Municipal dispone de una sala de exposición donde se narra la historia de los libros, la imprenta y todas las obras artísticas que las ligan.
Siglo XIX
Palacio de Fernán Núñez. Fundación de los Ferrocarriles Españoles
En 1847, dieron comienzo las obras de la palaciega residencia del Ducado de Alburquerque y de Fernán Núñez. Pese a que es, sobre todo, un edificio del siglo XIX, lo cierto es que ya existía en el anterior. Eso sí, la reforma romántico-clasicista de Martín López Aguado fue la que le proporcionó el aspecto actual.
Muy próximo a una trinchera en la Guerra Civil, en 1940, era adquirido por la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste de España y Red de Andaluces. Desde 1985, es la sede de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.
Sin menospreciar su fachada, los principales reclamos del Palacio de Fernán Núñez se encuentran en su interior, repleto de estancias neobarrocas y románticas.
Palacio de Quintana
También conocido como palacio de la Infanta Isabel de Borbón y situado en el barrio de Argüelles, es la segunda obra más famosa de Antonio Ruiz de Salces tras el palacio de Manzanedo (Santoña, Cantabria).
Perteneciente a la corriente española del Neoclásico, salvo su primeros años de existencia (1871-1900), ha sido, sobre todo, propiedad de la Monarquía Española y, desde 1942, del Ejército. En la actualidad, está ocupado por el Mando Aéreo General del Ejército del Aire.
Museo del Ferrocarril
Se ubica en lo que antiguamente fue la Estación Delicias de Madrid, la primera de estas características en la capital. Obra de Émile Cacheliévre, introdujo en la ciudad la, por entonces, vanguardista arquitectura del hierro. También de estilo Neomudéjar e inaugurada en 1880, se mantuvo en activo hasta 1969. Desde 1984, alberga el Museo del Ferrocarril, cuya sede original, aunque fugaz, estuvo en el palacio de Fernán Núñez.
Palacio de Zurbano
Desde su inauguración (1881), este palacio diseñado por Eduardo Adaro Magro y Severiano Sainz de la Lastra ha tenido distintas denominaciones. La inicial se la dio Fermín de Muguiro y Azcárate, titular del Condado de Muguiro, que fue quien lo mandó construir.
En 1919, al ser comprado por Gonzalo de Mora y Fernández, cabeza del Condado de Mora y del Marquesado de Casa Riera, pasó de conocerse como palacio del conde de Muguiro a de los marqueses de Casa Riera. Por cierto que la adquisición tuvo lugar mientras se realizaban diferentes obras de ampliación por Eladio Laredo y Carranza, a quien le debemos el balcón de sobre la entrada principal.
Casi una década después, el 11 de junio de 1928, se producía el acontecimiento histórico más famoso del palacio: el nacimiento de Fabiola de Mora y Aragón (1928-2014), reina consorte de Bélgica desde 1960 a 1993. Por último, desde 1986, pertenece al Estado.
Casa Árabe
Desde sus orígenes, el ladrillo ha sido uno de los materiales de construcción insignes de Madrid. Da igual la época, siempre se encuentra, por lo menos, una obra destacada de ladrillo. El siglo XIX no podía ser menos y, entre otros edificios reseñables, sobresale la actual Casa Árabe.
Proyectada por Emilio Rodríguez Ayuso y construida bajo el nombre de Escuelas Aguirre, se terminó en 1886. El estilo arquitectónico en el que se enmarca es el Neomudéjar, del que existen multitud de ejemplos por toda la capital.
Respecto a su primera denominación, está directamente relacionada con Lucas Aguirre y Juárez (1800-1873). Conocida su gran labor de mecenas, a su muerte, dejó parte de su dinero para el mantenimiento de instituciones educativas. En concreto, este legado monetario dio lugar a las Escuelas Aguirre de Madrid, además de a las de Burgos y Cuenca.
Desde 2006, alberga la Casa Árabe, cuyo cometido es el de ayudar en las relaciones diplomáticas entre España y los países árabes. Además de ello, celebra cursos, exposiciones o conferencias con el objetivo de expandir el conocimiento sobre la cultura árabe.
Banco de España
De arquitectura ecléctica monumental, un estilo muy popular a finales del siglo XIX y principios del XX, es la sede del Banco de España. Diseñada por la misma pareja que el Palacio de Zurbano, se inauguró en 1891, 35 años después de la creación de la institución bancaria.
A lo largo de su historia, ha sido ampliado en 3 ocasiones por:
- Luis Menéndez-Pidal & Álvarez y José Yarnoz Larrosa (figura destacada del Art Decó pamplonés y co-responsable de la rehabilitación del Castillo de Olite), que se encargaron, de 1927 a 1934, de dar forma, siguiendo el diseño original, a la mayor parte de la fachada a la calle Alcalá, incluido el gran ventanal a imagen y semejanza que el del chaflán a Cibeles
- José Yarnoz Orcoyen (todo queda en familia), que en 1969, proyecta la práctica totalidad de las fachadas a Madrazo y Marqués de Cubas
- Rafael Moneo, de 2003 a 2006, que cierra el edificio con el chaflán entre Alcalá y Marqués de Cubas, que presenta una actualización respetuosa del diseño original, mucho más acertada que la de Yarnoz Orcoyen
Una ampliación a costa de eliminar la protección de otro edificio
Aunque parezca haberse olvidado, el solar donde se levanta la ampliación de Moneo no estuvo años vacío esperando a que el Banco de España lo urbanizara. No, de hecho, allí se encontraba el palacio de Lorite.
También conocido como edificio de Banca Calamarte, se trataba de una casa-palacio, diseñada por José de Lorite Kramer y construida entre 1923 y 1924. Derruida a comienzos del siglo XXI, su existencia peligraba desde que, en 1950, fue comprada por el Banco de España.
La casa-palacio albergaba oficinas, pero también viviendas de particulares. Por eso, a la institución bancaria le llevó casi un cuarto de siglo desalojar todos los apartamentos.
Pasados 4 años de aquello, en 1978, el Banco de España convoca el concurso para su última ampliación. Como ya hemos dicho, el de Rafael Moneo fue el proyecto ganador.
No obstante, entonces, el palacio de Lorite (de arquitectura Ecléctico-monumental) ya contaba con la protección del Plan Especial de Conservación del Ayuntamiento de Madrid.
Además, en 1985, se incluyó en el Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad y, 4 años después, Juan Barranco (PSOE, alcalde de Madrid de 1986 a 1989) afirmó que el palacio de Lorite se demolería solo por encima de su cadáver.
Con el PP llegó la anulación de su protección
Tal y como ocurriría con la Operación Canalejas o lo que se intentó con el Edificio España, en manos del PP (con José María Álvarez del Manzano como alcalde), el palacio de Lorite perdió su estatus de patrimonio arquitectónico merecedor de protección en 1997.
Rodeada de polémica, en 2003, la demolición de la antigua sede de la Banca Calamarte se efectuó en 2003.
Tesoros ocultos
Respecto al interior del Banco de España, de todo el Art Decó que hay en Madrid (que es mucho y variado), tal vez el más desconocido es el que se encuentra en la decoración de la primera ampliación. En concreto, pertenecen a este estilo el reloj y la vidriera (cierra, a 27 metros de altura, el nuevo patio):
Palacio de la Bolsa de Madrid
En 1893, se terminó este singular edificio neoclásico, que domina la plaza de la Lealtad (paseo del Prado). Obra de Enrique María Repullés y de plata irregular, está inspirado (aunque no se note) en el Palacio de la Bolsa de Viena (1877, de Theophil von Hansen).
Frontón Beti Jai
Durante años, el frontón Beti Jai (obra de Joaquín Rucoba) encabezó las listas de patrimonio arquitectónico español en riesgo de desaparición. Situado en la calle Marqués de Riscal, 7 (barrio de Almagro, distrito de Chamberí), fue el cuarto frontón levantado en Madrid (1894).
Como contamos al hablar del desaparecido Frontón Recoletos, el juego de la pelota vasca se hizo muy popular en Madrid, gracias a la reina María Cristina, que quedó fascinada por él durante sus veranos en San Sebastián.
Siempre Fiesta, la traducción al castellano de Beti Jai, vivió 40 años de esplendor hasta la Guerra Civil, durante la cual se transformó en una comisaría. Tras la contienda, el franquismo lo empleó como local de ensayo para la banda de la Falange y, en torno a los años 50, la propiedad pasó a pertenecer a Citroën, que hizo de él un taller.
A 3 años de finalizar el siglo XX, la sociedad limitada vasca Frontón Jai Alai adquiere el Beti Jai, pero no llega a restaurarlo, dado que lo vende a Aguirene. Durante los 5 años que separan 2010 de 2015, el Ayuntamiento madrileño expropió la propiedad, que en mayo de 2019 reabría totalmente rehabilitada. Además, en 2011, fue declarada BIC.
Desde el punto de vista arquitectónico, este frontón integra Neomudéjar, Eclecticismo Monumental y arquitectura del hierro. Mención aparte merecen las gradas, con un aforo de casi 4.000 espectadores y su planta de media elipse.
Real Academia Española
También de 1894, es el edificio neoclásico que alberga la Real Academia Española (RAE). Obra cumbre de Miguel Aguado de la Sierra, es BIC desde 1998 y, a diferencia de la mayor parte del Neoclásico madrileño, se inspira en la arquitectura griega, en lugar de en la romana.
Panteón de Hombres Ilustres
Cuando la Real basílica de San Francisco el Grande dejó de ser Panteón Nacional, el proyecto quedó muerto hasta que la reina María Cristina apostó por situarlo en el ruinoso convento de Nuestra Señora de Atocha. La idea surgió porque, en los años anteriores, diferentes personalidades españolas se enterraron allí (antes de ser panteón, el convento funcionó como cuartel de militares mutilados en combate).
Fernando Arbós y Tremanti, responsable del diseño de la nueva basílica de Atocha y del panteón anexo, se inspiró en la Plaza del Duomo de Pisa para dar forma a la obra más importante (con permiso de la iglesia de San Manuel y San Benito) del Neobizantino en Madrid.
El panteón actual (BIC) no es del todo fiel al proyecto de Tremanti. De hecho, en 1899 (7 años después de que se pusiera la primera piedra), las obras terminaron de forma abrupta, debido a su carestía. Asimismo, en 1970, entre el torreón y el panteón, se levantó el colegio Nuestra Señora de Atocha, ¡un auténtico crimen patrimonial!
Hasta la fecha, el Panteón de Hombres Ilustres ha hecho honor a su nombre y no alberga la tumba de ninguna mujer, lo que convierte Madrid en la única ciudad, con un edificio de estas características, que invisibiliza el papel de las mujeres en la historia.
Casa de América
Hasta 23 años se prolongaron las obras de edificación del Palacio de Linares, inaugurado en 1900. De estilo Neobarroco, en su diseño final convergen los proyectos de Carlos Colubí, Adolf Ombrecht y Manuel Aníbal Álvarez Amoroso (Casa de Muñecas y escaleras al jardín).
El palacete recibe su nombre del matrimonio de Murga y Reolid-de Osorio y Ortega, titular del primer Marquesado de Linares, que adquirió la parcela en 1872. Rococó en su decoración interior, estuvo a punto de desaparecer en la Posguerra, algo que sí sucedió con la mayor parte de los palacetes del eje Castellana-Recoletos-Prado.
En este sentido, la suerte quiso que, aunque notablemente deteriorado y cerrado durante casi 100 años, sobreviviera a los avatares del siglo XX. Además, desde 1976, su existencia se blindó al entrar a formar parte de la lista de Monumentos Históricos Artísticos de España.
Tras desembolsar 1.500 millones de pesetas, la sociedad Teseo se hizo con el Palacio de Linares en 1986. Transcurridos 6 años, en pleno 500º aniversario del Descubrimiento de América y después de la minuciosa rehabilitación a cargo de Carlos Puente Fernández, el palacio se convirtió en la Casa de América.
El consorcio que le da nombre cumple una función similar a la de la Casa Árabe, es decir, mejorar las relaciones de España con América. De todos los países del continente, aquellos en los que se centra son los que conforman Latinoamérica.
Como curiosidad, la leyenda del fantasma Raimundita, por el momento, no tiene base histórica, ya que no se ha podido comprobar el parentesco entre sus padres.
Siglo XX
Sede SGAE
La arquitectura Art Nouveau en Madrid se divide en 3 etapas: primeros ejemplos (1896-1904), apogeo (1905-1914) y pervivencias (1915-1923). De ellas, el Palacio de Longoria (ocupado en la actualidad por la SGAE) pertenece a la primera, dado que se terminó en 1904.
Sin duda, se trata del edificio modernista más famoso de la capital y es de los pocos que se detectan como Art Nouveau a simple vista.
Diseñado por José Grases Riera, presenta multitud de ornamentales motivos vegetales, que disfrazan una estructura canónica (uno de los rasgos principales del Modernismo madrileño es su carácter ornamental, pero no estructural). De todos los elementos Art Nouveu, el más espectacular es la vidriera de la cúpula, de la Casa Maumejean.
Desde 1996 es un BIC con categoría de Monumento.
La Casa Encendida
Fernando Arbós y Tremanti, responsable de los citados Panteón de Hombres Ilustres e Iglesia de San Manuel de San Benito, es también el artista detrás del diseño de la actual Casa Encendida. De estilo Neomudéjar, fue hasta finales del siglo XX la sede de mayor tamaño en Madrid de la casa de empeños Monte de Piedad.
Al filo del siglo XXI, el proyecto de rehabilitación del edificio, presentado por el estudio Carlos Manzano y Asociados, fue proclamado ganador y, en 2002, reabría bajo el nombre de Casa Encendida (rinde homenaje al poemario homónimo de Luis Rosales, 1949).
Desde 2002, este centro sociocultural del barrio de Lavapiés se ha convertido en un referente a la hora de mostrar y acoger propuestas de vanguardia en materias culturales, medioambientales, educativas y solidarias.
Archivo y Biblioteca Regional de la Comunidad de Madrid
En 1914, el distrito de Arganzuela fue testigo de la inauguración de la neomudéjar fábrica de cerveza Él Águila. Obra de Eugenio Jiménez Correa, se trata de la primera factoría de la cervecera española, fundada en 1900 por Augusto Comas y Blanco.
Hasta 1935, la fábrica tenía 2 cometidos: producir hielo y cerveza. Ese año, al finalizar las obras de ampliación (firmadas por Luis Sainz de los Terreros), a la factoría se le añadieron bodegas, cocheras, módulos de procesos, una heladora y diversos silos (los cilindros blancos de la imagen bajo estas líneas).
Interrumpida su actividad en la Guerra Civil, El Águila experimentó una notable expansión por España desde los primeros años de la Posguerra hasta 1968. Zaragoza, Córdoba, Valencia o Albacete fueron algunas de las ciudades donde se abrieron nuevas fábricas.
A comienzos de los 80, la empresa es absorbida por Heineken, que cuando comenzó el siglo XXI, integró El Águila en la marca Amstel. Eso sí, desde este 2019, la multinacional holandesa ha vuelto a lanzar cervezas bajo el nombre El Águila, de una fórmula parecida a la que se comercializaba en 1900.
De vuelta a la factoría de Arganzuela, fue clausurada en 1985. Gracias a la Comunidad de Madrid y, tras ganar el concurso de rehabilitación del edificio en 1994, el estudio Mansilla + Tuñón Arquitectos le proporcionó el aspecto actual.
Para ello, las fachadas norte y oeste se tiraron para dar lugar a un complejo donde el Neomudéjar y la arquitectura contemporánea se entrelazan en perfecta armonía, respetándose unas a otras. Hemos de decir que las partes desaparecidas de la antigua fábrica, declarada BIC en los 90, eran las que contaban con menor valor patrimonial.
Así, en 2002 terminaban las obras para la zona ocupada por la Biblioteca Regional Joaquín Leguina y, un año después, hacía lo propio la que alberga el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, que es totalmente nueva.
Real Academia Nacional de Medicina
También de 1914 es la sede de la Real Academia Nacional de Medicina. De estilo Ecléctico Monumental, este edificio de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid fue diseñado por Luis María Cabello Lapiedra.
La historia de la Real Academia Nacional de Medicina comienza en 1773 y, en sus 200 años largos de trayectoria, ha resultado imprescindible, por ejemplo, para la creación del Jardín Botánico de Madrid y ha contado con profesionales de la talla de Santiago Ramón y Cajal.
En 1914, después de pasar por diferentes pisos, por fin, la academia se trasladó a este inmueble de nueva planta, ubicado en la calle Arrieta, 10 (a pocos metros del Palacio Real).
Al igual que en el caso del Palacio de Fernán Núñez, sin hacer de menos a su fachada, lo más llamativo se encuentra en el interior. En concreto, en la biblioteca, el Salón Amarillo y en el de Actos. Este último, además, se trata del segundo reclamo Art Nouveau de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid.
Residencia de Estudiantes
También Neomudéjar, fue diseñada por Antonio Flórez Urdapilleta, que se especializó en centros escolares. Además del edificio que nos ocupa, desde 1904 hasta la finalización de la Guerra Civil (cuando le fue retirada la habilitación para ejercer como profesional de la arquitectura), proyectó el colegio Cervantes (1914), Concepción Arenal (1923) o Jaime Vera (1929), entre otros.
De vuelta a la Residencia de Estudiantes (calle del Pinar, 21, justo detrás del Museo de Ciencias Naturales), pertenecía a la Junta para la Ampliación de Estudios, una institución creada en 1907, inspirada en la Institución Libre de Enseñanza, que había surgido en 1876 de la mano de Francisco Giner de los Ríos. Tanto esta como la junta estuvieron en funcionamiento hasta la llegada al poder del bando golpista.
Iniciada en 1913 e inaugurada 2 años después, la Residencia de Estudiantes basaba su existencia, al igual que la Institución Libre de Enseñanza, en el Krausismo, es decir, en la libertad de cátedra.
Gracias a esto, se convirtió en un referente europeo en materia de convivencia de diferentes formas de pensamiento, alentadas con el objetivo de crear un flujo constante de intercambio y crecimiento intelectual y artístico.
Por ella pasaron diferentes y destacadas figuras de la historia cultural española e internacional, como José Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Marie Curie, Severo Ochoa, Miguel de Unamuno, Manuel de Falla, Juan Negrín, Albert Einstein, Le Corbusier, Valle-Inclán, Remedios Varo, Josefina de la Torre, Salvador Dalí o Luis Buñuel.
Durante la Guerra Civil, su actividad quedó interrumpida y, tras ella, desapareció, ya que la mayoría de sus habituales se exilió o fue asesinada a manos de franquistas. Esto último, por ejemplo, le ocurrió a Lorca, que como indican los documentos oficiales, fue fusilade por “homosexual, socialista y masón.”
A partir de 1986, ya como institución privada, reabre con el objetivo de reparar la Memoria Histórica y dar visibilidad a la totalidad de integrantes de la Edad de Plata española (1868-1936). Además, pasados 21 años de la reapertura, la Residencia de Estudiantes consiguió el respaldo definitivo al recibir el Sello de Patrimonio Europeo.
Hospital de Jornaleros de Maudes
Similar, en cuanto a diseño, al Palacio de Comunicaciones (actual Ayuntamiento de Madrid), es el Hospital de Jornaleros de Maudes, también firmado por Antonio Palacios. Como es, en general, su obra, este edificio pertenece a la llamada arquitectura Ecléctica Monumental.
Eso sí, en este caso, influido por la etapa del Modernismo-Neo Gótico de Antoni Gaudí. Por ello, no sorprende que la Secesión Vienesa (vertiente austriaca del Art Nouveau) sea la corriente modernista presente en el monumento.
Como el Palacio de Comunicaciones, el Hospital de Jornaleros de Maudes fue proyectado por el combo Antonio Palacios-Joaquín Otamendi y su construcción se dilató varios años (1908-1916). Levantado en piedra caliza, algo poco habitual en el Madrid de principios del siglo XX, uno de sus principales atractivos es su planta panóptica o de estrella.
De hospital gratuito para personas de pocos recursos económicos (gracias a la iniciativa de Dolores Romero y Arano) pasó a atender a militares del bando republicano durante la Guerra Civil. A su fin, continuó como centro hospitalario de corte militar para el ejército franquista.
En torno a los años 60, comienza su declive, que se convierte en abandono total y riesgo de demolición en la década siguiente. Tras su declaración de Monumento Nacional (1976), se inicia un camino de interés creciente por el valor arquitectónico del hospital, cuyo espaldarazo definitivo fue la asociación vecinal Salvad Maudes.
Gracias a su labor, en 1984, la joven Comunidad de Madrid se convierte en propietaria del Hospital de Maudes y lleva a cabo una intensa rehabilitación (capitaneada por Fernando de Castro López Villarino) durante 2 años. Desde entonces, acoge la Consejería de Transportes e Infraestructuras.
Escuela de Guerra del Ejército
No existen registros relativos a la autoría del edificio de la Escuela de Guerra del Ejército, pero sí de su fecha de inauguración, 1917. Como puede apreciarse en las imágenes, se trata de un sobrio, pero no austero, complejo palaciego, donde se integran elementos de la arquitectura neoclásica española con otros de la industrial (bóveda de cañón).
Embajada de Italia
Amboage es el nombre del palacio de 1917 que alberga la Embajada de Italia en Madrid desde 1939 (hasta ese año, estuvo en el Palacio de Abrantes, del siglo XVII). Obra cumbre de Joaquín Rojí López-Calvo, tuvo el honor de ser reconocida como la Mejor Casa de Construida en Madrid, durante la celebración de 1918 de estos premios del gobierno municipal.
Lo cierto es que merecía el premio, gracias al excelente trabajo de integración de Barroco, Rococó y arquitectura afrancesada que Rojí López-Calvo llevó a cabo.
En cuanto al interior, aunque aún se conservan algunos elementos decorativos originales (alfombras de la Real Fábrica de Tapices, por ejemplo), la mayor parte de los mismos proceden de antiguas colecciones Reales y museísticas el Estado italiano.
Instituto Cervantes
Ecléctico Monumental, de gran influencia Neoclásica griega es el Edificio de las Cariátides, proyectado por Antonio Palacios y Joaquín Otamendi. Construido entre 1911 y 1918, en realidad, su denominación oficial jamás ha estado ligada a las 4 cariátides (esculpidas por Ángel García Díaz) de su entrada principal, sino a las entidades que lo han ocupado.
Así, donde desde 1836 se levantaba el Palacio del Marqués de Casa-Irujo, conforme su inquilino inicial, el Banco Español del Río de la Plata, se fusionaba con otros bancos, este inmueble, del que fuera el gran núcleo financiero del Madrid de finales del siglo XIX y principios del XX, fue conocido como Banco Central, Banco Central Hispano e Instituto de Crédito Oficial.
A comienzos del siglo XXI, el Edificio de las Cariátides es adquirido por el Estado y, desde 2006, alberga la sede del Instituto Cervantes en Madrid.
Como otras obras de este artículo de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid, este inmueble ha sido ampliado en diversas ocasiones. La de mayor envergadura, 1947, fue dirigida por Manuel Cabanyes Mata (responsable del Edificio de La Equitativa de Málaga), que extendió la fachada de la calle Barquillo sin respetar el diseño original.
Además del exterior, la actual sede del Instituto Cervantes cuenta con un monumental interior del que destacan la cúpula achatada, el hall central y la Caja de las Letras (donde descansan una suerte de cápsulas del tiempo de diferentes figuras destacadas de la cultura hispana, cuyo contenido solo se desvelará en la fecha que cada persona haya fijado).
CentroCentro Palacio de Cibeles
Seguimos con Antonio Palacios y Joaquín Otamendi para hablar de uno de los símbolos de Madrid: el Palacio de Cibeles. También conocido como Palacio de Correos y Comunicaciones o Catedral de las Comunicaciones, se levantó entre 1907 y 1919.
Aunque se trata, sobre todo, de un edificio de Neoplateresco y Neogótico tardío, cuenta con diferentes elementos decorativos Art Nouveau. Uno de los lugares del palacio donde los detalles modernistas son más evidentes se encuentra en el arco sobre la puerta a la calle Alcalá. También, son fácilmente distinguibles los motivos vegetales que adornan diferentes columnas.
Respecto a aspectos más generales, el Palacio de Cibeles se edificó en los terrenos que ocupaban la zona donde los Jardines de El Retiro conectaban con el Salón del Prado (antiguo nombre del paseo del Prado). De esta manera, se remató la entonces plaza de Madrid, que tomaba el relevo a la Puerta del Sol como polo económico.
Para la construcción de tan importante inmueble, el Estado convocó un concurso en 1904 al que se presentaron Felipe Mario López Blanco & Luis Montesinos, Antonio Palacios & Joaquín Otamendi y Jesús Carrasco-Muñoz & Joaquín Saldaña y López, del que resultó ganador el semi-desconocido combo Palacios-Otamendi. Su proyecto fue el que más se acercó a los requisitos de crear un edificio centralizador de servicios postales que, al mismo tiempo, resultase reivindicable para el público.
Cuando se inauguró en 1919, el Palacio de Comunicaciones contaba con los equipamientos más punteros del momento, como calefacción de vapor a baja presión y diversos sistemas de ventilación natural.
Durante la Guerra Civil apenas recibió algún impacto de bala y no necesitó ningún tipo de reforma tras ella. A medida que avanzaba el siglo, el correo postal se convertía en algo minoritario, por lo que la inmensidad del palacio dejó de ser una ventaja.
Como consecuencia, en 2003, se inician las obras para trasladar a su interior el Ayuntamiento de Madrid.
Gracias a ellas, además de proporcionar a la capital de España de un edificio de gobierno municipal acorde con su rango de ciudad global, el Palacio de Comunicaciones volvió a ser para el público, gracias a la instalación del centro cultural CentroCentro (2011) y a la apertura del mirador de la torre del reloj, cuya altura difiere según las fuentes, que la sitúan en un rango que va desde los 40 hasta los 70 metros.
Mención aparte merece la malla acristalada de Schlaich Bergermann und Partner que, desde 2009, cubre el Patio de Coches y el Pasaje de Alarcón.
Asociación de la Prensa de Madrid
De este palacete del distrito de Salamanca se sabe que se terminó en 1920, pero poco más sobre sus primeros años de existencia. En 1924, Mercedes Castellanos Mendeville, condesa de San Félix adquiere el edificio y, 4 años después, encarga su ampliación a Luis Sainz de los Terreros.
Alcaldesa honoraria de Yecla y Almagro, Castellanos Mendeville dedicó gran parte de su vida a colaborar con la Cruz Roja y a asegurar la supervivencia de la prole huérfana de les militares del Ejército Español.
Además, en 1936, fundó la Casa-Cuna Nuestra Señora de las Mercedes en el inmueble racionalista de Francisco Silvela, 28 (obra de Luis Gutiérrez Soto). La función de la Casa-Cuna era dar cobijo y cariño a bebés abandonades por madres trabajadoras hasta que el franquismo lo transformó en la Residencia de Huérfanos del Ejército.
Gestionada, desde el principio, por las Hijas de la Caridad, cuando Castellanos Mendeville muere (1955) pasa, como el resto de su patrimonio, a pertenecer a la orden religiosa. Por aquel entonces, ya hacía 13 años desde que la condesa de San Félix había vendido la actual sede de la Asociación de la Prensa de Madrid al Sindicato de la Marina Mercante.
Tras ello, el palacete fue adquirido por el Estado, propietario con el que entró en decadencia. Como consecuencia, al no darle ningún uso, fue traspasado al Sindicato Vertical (la única organización sindical de la dictadura) en 1970.
Precisamente, esta cesión fue la que Luis María Ansón (presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid entre 1979 y 1983) aprovechó en 1982 para reclamar el palacete como sede de la APM, ya que, durante el franquismo, estaba integrada en el Sindicato Vertical.
Ansón resultó clave para la recuperación económica de la APM, ahogada entonces por las deudas ocasionadas por la edificación de la Ciudad de los Periodistas, gracias a la venta del ya nonagenario Palacio de la Prensa, lo que permitió que pudiera costear los 30 millones de pesetas (poco más de 180.000 euros) de la rehabilitación y acondicionamiento del palacete de Juan Bravo.
Matadero Madrid
Otra obra Neomudéjar madrileña que disfruta de una segunda vida es el Matadero Madrid, inaugurado en 1925.
De Luis Bellido González, a quien debemos las viviendas del número 2 de Almagro (1903) o la Casa dos Portugueses (1922), la primera fase del proyecto se completó en 15 años. En cambio, la segunda (a cargo de Bellido y Francisco Javier Ferrero) tan solo entre 1932 y 1933.
Todo el conjunto (¡eran 63 naves! y la Casa del Reloj) tomó el testigo de la desbordada, por aquel entonces, casa-matadero Puerta de Toledo.
Precisamente, para evitar que el nuevo matadero se quedara pequeño, debido al vertiginoso crecimiento poblacional de Madrid, se optó por levantarlo en una parcela de 12 hectáreas (más de 16 veces el tamaño del Santiago Bernabéu). De hecho, en 1925, el Matadero Madrid constaba “solo” de 48 naves.
Aunque, a nivel general, el Matadero Madrid es un ejemplo a seguir en cuento a conservación patrimonial, no se ha librado de sufrir alguna que otra demolición o transformación total. Estas han sido la desaparición del extremo noroeste, cuando se construyó la M-30 (años 70) y el cambio del ladrillo al hierro y vidrio que convirtió algunas naves en el Palacio de Cristal de Arganzuela (1992).
Decadencia y protección
Como en la fábrica de cerveza Él Águila, la década de los 80 fue desastrosa para el futuro del Matadero Madrid como matadero. En 1985, España ingresa en la Unión Europea, cuyas leyes en materia cárnica chocan con las vigentes en el país y, sobre todo, con las condiciones higiénicas del matadero. Además, dada la baja producción del mismo, el Ayuntamiento de Madrid escogió clausurarlo (1996), en lugar de invertir grandes cantidades de dinero en adaptar las instalaciones.
Solo un año después, el Gobierno municipal incluyó el Matadero Madrid en el catálogo de edificios protegidos en grado 2 (estructural), al que agregó el Edificio Parque Sur (situado junto al matadero, al otro lado de la plaza del General Maroto, casi enfrente de la Casa del Reloj).
Este añadido al conjunto del Matadero Madrid se concluyó en 1935 y forma parte de los ejemplos más destacados del Art Decó Streamline Moderne de la ciudad. Diseñado por Francisco Javier Ferrero, José Paz Maroto y José de Azpiroz y Azpiroz como cocheras para los vehículos de limpieza metropolitana, alberga desde 2015 el Área de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo del Ayuntamiento madrileño.
Un espacio de arte en Madrid Río
Después de casi una década sin actividad (a excepción de los antiguos establos de vacuno, ocupados desde los 90 por la Compañía Nacional de Danza y el Ballet Nacional de España), en 2005, se inician los trabajos para convertir el espacio industrial del Matadero Madrid en uno adecuado para actividades culturales.
Eso sí, no todo el antiguo matadero fue objeto de rehabilitación, sino solo la parte meridional, es decir, la de las naves de degüello (también ocupadas por la Casa del Lector y las Naves del Español), de colgaderos y cámaras frigoríficas, de calderas o de cría de ganado.
Tras las obras de restauración, capitaneadas por José María Churtichaga, Cayetana de la Quadra Salcedo, Ángel Borrego (Mención Especial Premio COAM 2015 por este trabajo), José Antonio García Roldán, Arturo Franco, Emilio Esteras y Fabrice van Teslaar, el complejo fue inaugurado, de forma definitiva, en 2015.
Gracias a la conversión del antiguo matadero en un centro cultural, Madrid ha logrado un espacio de referencia en arte contemporáneo, diseño, creación artística y de empresas creativas, teatro, proyección cinematográfica y compromiso social en una zona a la que la ciudad, tradicionalmente, le dio la espalda: las orillas del río Manzanares, hoy reconciliadas con Madrid desde el soterramiento de la M-30.
Círculo de Bellas Artes
Al entender los rascacielos como todos aquellos edificios donde lo vertical prima sobre lo horizontal, el que alberga el Círculo de Bellas Artes fue el primero de Madrid y el segundo de España, tras el Edificio Banco Pastor (A Coruña), inaugurado en 1925.
Con 68 metros, fue el más alto de la capital hasta que se terminó el Edificio Telefónica (89 metros) en 1929. Después de más de 20 años como segunda cumbre de Madrid, en 1953, la Torre Ibiza (72 metros) y el Edificio España (117 metros), lo sacaron fuera del podio de alturas.
Eso sí, se mantuvo en el top 10 de rascacielos más altos de Madrid hasta 1971, cuando el Edificio de La Unión y el Fénix de la Castellana (71 metros) y la Torre Retiro (75 metros), lo hicieron caer al puesto duodécimo. En la actualidad, aún resiste en la quincuagésima posición, ¡93 años después de su construcción!
Obra de Antonio Palacios y Bien de Interés Cultural, presenta un diseño asimétrico, que se enmarca dentro de la corriente arquitectónica Ecléctica-monumental y de clara influencia norteamericana (Chicago o Nueva York).
Y…, sí, el Edificio del Círculo de Bellas Artes contiene diferentes detalles Art Decó:
- La Estatua de Minerva (1964) de Juan Luis Vassallo, debido a que sus formas humanas se muestran estilizadas/idealizadas
- Los bajorrelieves de Adsuara, también de los años 60
- El acceso al Cine Estudio del CBA (calle Marqués de Casa Riera, 4), que pertenece al Art Decó Streamline Moderne
- Ventanas almenadas
- El torreón
- Los soles en la balaustrada del quinto puesto, muy parecidos a los del Banco de España en Málaga
Mención destacada merece el interior del inmueble. En concreto, la gran escalera, la Pecera, la Sala de Columnas, Fuentecilla y el Salón de Baile:
Cuartel General de la Armada
La urbe infravalorada
Históricamente, Madrid ha sido una ciudad despreciada por sus habitantes y por España, en cuanto a monumentalidad. Sí, es cierto que, pese a su condición de capital del Imperio, mantuvo una esencia “provinciana” hasta el siglo XIX, pero esto no impidió que hasta entonces se levantaran verdaderas joyas arquitectónicas.
La Plaza Mayor, el Palacio Real, el actual Ministerio de Asuntos Exteriores, la Basílica de San Miguel, la Casa de la Villa, el desaparecido Hospital de La Latina (era gótico), el derribado convento de Santo Tomás (del siglo XVII), el Palacio del Duque de Abrantes, el Convento de San Norberto, la iglesia de las Salesas Reales o el Real Hospicio de San Fernando son solo algunos ejemplos de arquitectura de empaque madrileña anterior a 1800.
¿Cómo cambiar esta percepción/valoración?
Al sumar el Ensanche, la urbanización del eje Castellana-Recoletos-Prado, el polo económico de la primera mitad del siglo XX en Gran Vía-Alcalá-Canalejas, la Estación de Atocha, la obra de Antonio Palacios o los museos, no cabe duda de que Madrid es mucho más que la Puerta de Alcalá y el Parque de El Retiro.
Sin embargo, pesa sobre ella la etiqueta de ciudad con poco patrimonio o con uno aceptable que en otros lugares pasaría desapercibido. Eso sí, toda esa historia de infravaloración puede revertirse si Madrid consigue entrar en la lista de monumentos o sitios Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Una joya neogótica eclipsada por el Palacio de Cibeles
En 1928, se terminó de construir el Cuartel General de la Armada. Diseñado por José Espelius y Francisco Javier de Luque, se enmarca dentro de la arquitectura historicista.
Si dejamos a un lado que, a su izquierda se levanta el Palacio de Cibeles, por fuera es espectacular y, de hecho, basta con fijarse en los diferentes artesonados que engalanan sus fachadas para darse cuenta de su singularidad.
No obstante, lo que convierte este edificio en una de las gemas de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid es su fabulosa escalera imperial, coronada por una enorme vidriera de la casa Mauméjean.
Situado en el Paseo del Prado, forma parte de los más de 25 monumentos incluidos en la candidatura madrileña para ser Patrimonio de la Humanidad.
Hipódromo de la Zarzuela (1934)
A orillas del río Manzanares y al sur de la tapia del monte de El Pardo (distrito Moncloa-Aravaca), se encuentra el racionalista Hipódromo de la Zarzuela.
Proyectado por Carlos Arniches Moltó y Martín Domínguez, sobre todo, es célebre por el papel crucial que jugó Eduardo Torroja para la estructura de sus tribunas. De hecho, están incluidas en el catálogo de Monumentos Históricos Artísticos desde 1980.
Además, en 2009, fueron inscritas como Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento.
Lo más destacado del hipódromo es la cubierta, en voladizo, sobre las gradas. Compuesta por una estructura de doble curvatura (las curvas son hiperboloides), impide que las cargas verticales la derrumben.
Historia del Hipódromo de la Zarzuela
La existencia de este hipódromo se debe a que, en 1931, el de la Castellana fue demolido para levantar, en su lugar, el complejo de los Nuevos Ministerios. Transcurridos 3 años, fue aprobada la construcción del Hipódromo de la Zarzuela, que arrancó en 1935.
No obstante, la Guerra Civil provocó la interrupción de los trabajos, razón por la cual lo que había edificado cayó en estado de ruina. Pese a ello, tras el conflicto, las obras se reiniciaron y, en 1941, el hipódromo fue inaugurado.
En la década siguiente, entró en una era de pujanza, que se extendió hasta los 70. Sin embargo, a principios de los 90, la Sociedad de Fomento y Cría Caballar de España (gestionaba el hipódromo desde 1941) se declaró en quiebra y traspasó el Hipódromo de la Zarzuela a Enrique Sarasola en 1992.
De finales del siglo XX a la actualidad
Sarasola tampoco pudo rencauzar la situación y, en la primera mitad de 1997, su empresa Hipódromo de Madrid, S.A entró en suspensión de pagos. Como consecuencia, las instalaciones fueron clausuradas.
Ya en 2003, Patrimonio Nacional y la compañía de Sarasola firmaron un convenio de explotación por 25 años. Así, en octubre de 2005, el Hipódromo de la Zarzuela fue reabierto y, a partir de ese momento, cuenta con carreras en verano, otoño y primavera.
Casa de Velázquez (1935)
Hablar de arquitectura Franquista Imperial implica dejar claro un asunto vital: Franco no inventó nada, solo copió. Mejor dicho, se reapropió del furor por el Regionalismo e Historicismo posterior al Desastre del 98.
¿En qué pensaba esa generación? En redefinir la idea de España, que había dejado de ser un imperio y afrontaba un nuevo siglo con profundas dudas sobre su identidad. Para ello, acudió a la época de mayor esplendor de cada región o del país.
De hecho, en materia arquitectónica, estas revisiones convivieron con vanguardias (Art Nouveau, Racionalismo, Art Decó…) y, en los años 30, todavía era habitual que se construyeran edificios regionalistas o historicistas.
Uno de ellos fue la Casa de Velázquez, cuya vertiente historicista fue la que el franquismo empleó para “volver a España grande otra vez”.
Obra de León Chifflot, Daniel Zavala Álvarez y Camille Lefèvre en 1922, este palacete fue construido entre 1923 y 1935. No todo era original, puesto que su portada pertenecía al desaparecido y barroco palacio de Oñate (1670 a inicios del siglo XX).
Antes de su completa finalización, fue inaugurado por Alfonso XIII en noviembre de 1928.
Su nombre responde a la institución francesa que acoge, Casa de Velázquez, que estudia el hispanismo y está vinculada con el Ministerio de Educación del país galo. Al igual que en el Hipódromo de la Zarzuela, esta pieza de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid sufrió los estragos de la Guerra Civil.
De hecho, quedó destrozada hasta que J.J.Haffner, Daniel Zavala Aguilar y Fernando Genilloud Martinrey se encargaron de su reconstrucción.
Llevada a cabo entre 1954 y 1958, lo irónico del asunto es que no se recuperaron las torres con chapiteles de pizarra ni ningún elemento barroco o neobarroco, sino que optaron por arquitectura neoclásica.
Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja
En el número 4 de la calle Serrano Galvache (barrio Costillares, distrito de Chamartín) y, desde 1953, se encuentra esta sensacional obra mostrada en la pasada Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid.
Proyectado por Manuel Barbero, Gonzalo Echegaray y Eduardo Torroja, para albergar el Instituto Técnico de la Construcción y la Edificación (fundado por Modesto López Otero y Torroja), a la muerte de Torroja y como homenaje a toda su trayectoria profesional, se agregó su nombre a la denominación de la institución.
Como puede apreciarse en las imágenes, el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja se compone de distintos volúmenes, construidos con hormigón armado.
De esta manera, Eduardo Torroja concibió una obra de arte en hormigón visto (aunque ahora esté pintado de blanco), algo poco corriente en la época, cuando el Brutalismo estaba en pañales.
El interior no se queda atrás, dado que se compone de espacios diáfanos, estructuras curvas y grandes ventanales para aprovechar la luz del Sol. Mención aparte merece la imponente cubierta sobre el restaurante.
Casa do Brasil (1962)
La sombra del Brutalismo de Le Corbusier, en sus obras Unité d’Habitation, es alargada y en la madrileña Casa do Brasil resulta más que evidente.
Además, como en esos edificios de Le Corbusier, el Racionalismo aún juega un papel esencial. De hecho, los elementos más brutalistas de la Casa do Brasil son aquellos similares a los pilares de los Unité d’Habitation.
En este sentido, en el caso del complejo de Madrid, el Brutalismo también es muy reconocible en los que lo mantienen casi suspendido en el aire, así como en el volumen inmediatamente superior a ellos (segunda foto de la mitad superior de la imagen):
No solo de Le Corbusier bebe la Casa do Brasil de Madrid
Obra de Alfonso d’Escragnolle, el ahora llamado Colegio Mayor Casa do Brasil fue concebido como un pedazo de este país en Madrid.
¿Cuál era, en esa época, la tendencia arquitectónica imperante en Brasil? La que llevaban a cabo Oscar Niemeyer y Lucio Costa en Brasilia y que d’Escragnolle homenajeó.
Además, dentro de España, antes de que Brasilia fuese fundada (1960), pero cuando ya existían los diseños Unité d’Habitation (el primero data de 1945) de Le Corbusier y el Edificio California (Sao Paulo, 1955) de Niemeyer, Santiago Artal Ríos proyectó la Cooperativa de viviendas de Agentes Comerciales de Santa María Micaela (1958).
Ubicada en la confluencia de la calle Santa María Micaela y el número 18 de la avenida Pérez Galdós de Valencia, tras 3 años de construcción, en 1961, la cooperativa fue inaugurada.
Como se aprecia en las imágenes de la fotografía bajo estas líneas, se trata de una fantástica obra del Brutalismo racionalista de España.
Gimnasio del Colegio Maravillas (1962)
Bien de Interés Cultural desde mayo de 2018, esta singular pieza de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid es uno de los trabajos más famosos de Alejandro de la Sota.
Además de a su belleza, el gimnasio del Colegio Maravillas debe su fama a que constituyó todo un reto para de la Sota. Para empezar, tuvo que salvar un desnivel de 12 metros y, para terminar, la forma del solar no era regular.
Así las cosas, Alejandro de la Sota ideó distribuir las diferentes salas de deporte, conferencias, vestuarios y aulas en un mismo espacio y por niveles.
Sin duda, lo más llamativo y revolucionario son las cerchas de la cubierta. Metálicas, visibles y colocadas de forma invertida (no se habían utilizado en esta posición nunca en la historia de la arquitectura) albergan aulas en su interior.
Otra de las exigencias era la de reservar un espacio para construir un patio de recreo, que de la Sota situó sobre esas cerchas, es decir, en la terraza plana que conformaban.
Además, absolutamente todos los elementos arquitectónicos del gimnasio cumplen con una función.
Por ejemplo, los muros ciegos de ladrillo (dan a Joaquín Costa) sirven para proteger la edificación del ruido provocado por el tráfico y los enormes ventanales, para permitir la entrada de iluminación natural y cálida a los diferentes compartimentos habitables de la estructura.
Centro de Estudios Hidrográficos del CEDEX (1963)
A orillas del río Manzanares (paseo Bajo de la Virgen del Puerto, 3) se encuentra el Centro de Estudios Hidrográficos del CEDEX. Proyectado por Miguel Fisac, fue el primer edificio de la capital erigido, íntegramente, en hormigón.
Ampliado por José Antonio Torroja en 1969, también figura entre las primeras construcciones madrileñas en las que el hormigón se dejó visto, es decir, como ornamento.
Sin duda alguna, los elementos más reseñables de todo el conjunto son los dinteles y remates. En realidad, vigas de hormigón pretestado, se conocen como vigas hueso y su presencia es inherente a la obra de Fisac.
Por último, otro motivo que explica la inclusión del Centro de Estudios Hidrográficos del CEDEX en la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid tiene que ver con la sensación de amplitud que generan los diáfanos espacios interiores.Casa Carvajal (1966)
Concebida por Javier Carvajal como su residencia privada, la Casa Carvajal está considerada como una de las mayores gemas de la arquitectura brutalista en España.
Se levanta en la urbanización Somosaguas (Pozuelo de Alarcón). En concreto, sobre un terreno en pendiente, por lo que la vivienda descansa sobre 3 plataformas que, además, separan los espacios y generan 2 patios.
Aunque a simple vista no resulte evidente, Carvajal se inspiró en la Alhambra de Granada. No obstante, una vez que se visitan los patios (adornados con fuentes y mosaicos), emerge la influencia nazarí.
Como manda el Brutalismo, toda la Casa Carvajal se realizó en hormigón armado. Con el paso de los años, eso sí, otro elemento ha ido conquistando las paredes exteriores: la vegetación del jardín.
De hecho, la convivencia con la naturaleza y los voladizos conectan esta creación con la obra de Frank Lloyd Wright, tanto la que inspiró a Sáenz de Oíza como la que nutrió de Art Decó la arquitectura de Tokio.
Brutalismo reconocido a nivel internacional
A diferencia de otros destacados edificios de arquitectura moderna que quedaron eclipsados por el hecho de que España fuese una dictadura, la Casa Carvajal recibió los siguientes galardones:
- Mejor Arquitectura Europea (1968) de la Universidad de Hannover
- Premio Fritz Schumacher (1969)
Por último y a modo de curiosidad, esta pieza de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid aparece en la película La madriguera (1969) de Carlos Saura.
Casa Huarte (1967)
De Somosaguas pasamos a otra urbanización, la de Puerta de Hierro (Madrid). Allí se sitúa la Casa Huarte, una de las obras más celebradas de José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún.
Construida para Jesús Huarte (mecenas de arte), se la considera una ciudadela doméstica, puesto que cuenta con muros perimetrales y concéntricos (hacen las veces de murallas defensivas), entre los que se intercalan zonas ajardinadas.
Este entramado tenía como objetivo aislar la vivienda de las miradas curiosas del exterior. De esta forma, al entrar en la parcela y avanzar por ella, la Casa Huarte se abre hacia sí misma.
Además de esta singularidad, la construcción se organiza a través de 2 pabellones paralelos (uno ideado para sus residentes y el otro, para el personal de servicio), vinculados por otra pareja de pabellones transversales (albergan dormitorios y el comedor). Esta unión da lugar a 3 patios.
Privacidad y luminosidad
Prácticamente, toda la Casa Huarte se despliega en la planta baja. Eso sí, también dispone de un segundo piso abuhardillado (dividido entre la biblioteca y otro dormitorio).
Asimismo, si el exterior se caracteriza por transmitir la sensación de bloque hermético y casi inhabitable, el interior de esta obra de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid representa todo lo contrario. Sus espacios son diáfanos, muy iluminados y, desde casi cualquiera, pueden divisarse los patios.
En cuanto a los materiales empleados en su edificación, la estructura es de hormigón armado (hasta llegar al rasante) y metálica. En el exterior, predomina el ladrillo, pero también se utilizan plaquetas de gres artesanal para revestir paredes, así como teja plana en la cubierta.
Colegio Mayor Argentino Nuestra Señora de Luján (1969)
Dotado de planta semicircular, el edificio que alberga el Colegio Mayor Argentino Nuestra Señora de Luján fue diseñado por Carmen Córdova y Horacio Bailero.
Como puede apreciarse en las imágenes, este ejemplar recogido en la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid salva la pronunciada pendiente del solar mediante el escalonamiento de sus volúmenes.
Además, gracias a su forma curva, la construcción puede acoger el jardín, que fue rehundido a propósito para separarlo del exterior de la parcela.
Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas (1970)
Obra de Cecilio Sánchez-Robles, esta singular muestra de Brutalismo en la arquitectura de Madrid fue construida entre 1967 y 1970. Casi 30 años después (1989), fue objeto de una rehabilitación dirigida por Manuel Mateo Sanz.
Situada en el número 40 de la calle Conde Peñalver, además de una iglesia, la construcción alberga oficinas y el convento del Rosario de Madrid.
De su diseño, lo más destacado es la marcada verticalidad del conjunto, así como la creación de diferentes huecos para bañar de luz natural el interior.
Esta última virtud consigue separar el templo de la ruidosa calle y favorecer que sea percibido como un espacio de recogimiento.
Instituto del Patrimonio Cultural de España (1970)
También conocido por el nombre de Corona de Espinas o Edificio Semillas, el Instituto del Patrimonio Cultural de España fue diseñado por Fernando Higueras y Antonio Miró.
Al igual que la Casa Carvajal, esta pieza de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid forma parte de las obras cumbres del Brutalismo español.
Eso sí, a diferencia de ella, la construcción del Instituto del Patrimonio Cultural se dilató más de lo esperado. De hecho, en un principio, 1970 iba a ser el año de su finalización, pero solo fue el de inauguración parcial de un edificio que no se completó hasta los años 90.
Ya en los albores del siglo XXI (en 2001), fue declarado Bien de Interés Cultural, título que protege y reivindica sus excepcionales atributos:
- Planta circular
- Cubierta de vidrio
- Agujas o espinas de la corona
- Vigas “marca Fernando Higueras”
Fundación Fernando Higueras (1972)
En 1972, Fernando Higueras adquiría una vivienda unifamiliar en el número 36 de la calle Maestro Lassalle (Colonia Albéniz, distrito de Chamartín).
Allí se trasladó con su familia, pero lo hizo en un momento en el que su matrimonio pendía de un hilo.
La relación empeoró y la pareja decidió separarse. Entonces, en lugar de buscarse otra residencia, Higueras optó por edificarla en la misma parcela, pero bajo tierra.
De esta forma, nació lo que calificó como el Rascainfiernos, una construcción fiel a sus ideales y trayectoria:
- En armonía con el entorno
- Vanguardista y, al mismo tiempo, tradicional
- Dotada de luz cenital (cuenta con 4 tragaluces de 2×2 metros)
- Llena de plantas, que descienden por los tragaluces
Además, al ser subterránea, la actual Fundación Fernando Higueras es una obra ecológica, puesto que, en invierno retiene el calor de la tierra (como si fuera una madriguera) y, en verano, funciona como una cueva en la que no se superan los 25 grados de temperatura.
Facultad de Ciencias de la Información UCM (1974)
Obra de José María Laguna Martínez y Juan Castañón Fariña, la Facultad de Ciencias de la Información (Universidad Complutense) engrosa la lista de edificios brutalistas de Madrid.
Más allá de su escalera de caracol y sus fachadas, la singularidad de esta parada de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid reside en que salva el desnivel entre la avenida Complutense y el soterrado arroyo Cantarranas (afluente del río Manzanares).
Ese desnivel queda solventado con gran originalidad, puesto que los 5 pisos de la facultan cuentan con diferentes niveles. De esta manera, al recorrer los laberínticos pasillos y el entramado de escaleras (no siguen la organización clásica), se tiene la errónea impresión de que se cambia de planta, pero no, solo hay 5.
Otra característica a destacar es que los sótanos están sobre rasante.
Castellana 81
Más conocido por su denominación original (Torre BBVA), desde 2018, tras 4 años de rehabilitación, recibe el nombre de Castellana 81.
Este cambio se debe a que el BBVA se mudó en 2015 del rascacielos para establecerse en la Ciudad del BBVA (barrio de Las Tablas).
Antes, en concreto, en 2007, la entidad ya había vendido la torre a la inmobiliaria Gmp Property Socimi S.A. Pese a ello, dado que el BBVA continúa alquilando los últimos pisos, el luminoso que corona el edificio se quedará allí, por lo menos, hasta 2034, cuando caduca el contrato de arrendamiento.
Además, debido al carácter icónico del letrero, resulta más que probable que, como en otros casos de la ciudad (el luminoso de Schweppes sobre el Edificio Carrión o el de Tío Pepe en la Puerta del Sol), permanezca para siempre.
Una de las obras más conocidas de Francisco Javier Sáenz de Oíza, en 1981, Castellana 81 fue el quinto rascacielos de Madrid en alcanzar o superar los 100 metros de altura (tiene, en total, 107) y el segundo de todo AZCA (el distrito financiero de la ciudad), tras el desparecido Edificio Windsor (1979-2005 y 106 metros).
En la actualidad, se sitúa en el duodécimo puesto entre los colosos de la capital de España.
Junto a su elegante diseño exterior, gracias a los voladizos entre plantas, lo más destacado de la Torre BBVA es su estructura. No fue nada fácil encajar un edificio tan alto sobre un terreno tan ocupado, a nivel subterráneo, como en el que se levanta.
Por eso, para sortear con éxito los Túneles de la Risa, Saénz de Oíza se apoyó en grandes figuras de la ingeniería española:
- Carlos Fernández Casado
- Leonardo Fernández Troyano
- Javier Manterola Armisén
Gracias a su aportación, la bóveda de los túneles no se ve afectada por el peso de los 33 pisos del rascacielos, ya que una compleja estructura de acero y hormigón consigue trasladar la carga, directamente, al suelo.
Este 2019, Castellana 81 se ha convertido en el primer rascacielos madrileño en ser catalogado como monumento.
Sede del IMSERSO
Bastante menos vistoso e interesante que todos los edificios anteriores de la Semana de la Arquitectura 2019 en Madrid, pero aún así remarcable, es el que alberga la sede central del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO).
Construido entre 1990 y 1991, fue diseñado por Rafael de La-Hoz Castanys y su padre Rafael de La-Hoz Arderius.
Se sitúa en el número 58 de la calle Ginzo de Limia y, además de su planta en H, su principal atractivo reside en el cuerpo central (una pirámide trapezoidal truncada), dotada de un muro cortina por el que penetra la luz al jardín interior.
Muy interesante, desconocía que el senado fuese tan antiguo, aunque para lo que sirve…